La mujer que nació de su hijo

25 febrero, 2019
La mujer que nació de su hijo
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Todos los hijos son diferentes. Algunos más que otros. Ella lo supo después de salir por tercera vez de la sala de partos y Giuliano comenzó a mostrar síntomas inmanejables. Allí entendió que ese tercer hijo (de los cuatro que tiene) la iba a necesitar como al aire. Y que además tendría que conseguir que los avances de la ciencia fueran sus aliados en esa lucha. Sin detenerse a pensarlo, con su hijo nació otra Fernanda Canut. La que probó todas las ofertas de la medicina y hoy preside la Ong Cannabis Río Negro.

En su testimonio en el programa “Tarde Libre” por AM 550 La Primera, señaló que a poco de andar la preadolescencia multiplicaron un derrotero por análisis, estudios, psicólogos, neurólogos, psiquiatras que confirmaron el diagnóstico de una “rara” enfermedad: síndrome de Cornelia de Lange. En ese recorrido, vio que “no hay una solución, que vas aumentando los medicamentos, ves que nada resulta, que nada es viable y que esto se va tornando cada vez más difícil para él y para la familia”. La escena donde un hijo “rompe con su cabeza los vidrios de la casa, se arranca los pelos o muerde los labios, los dedos, que se quiere arrojar del auto en plena ruta, que te tira cosas o trata de golpearte” es una película real que mantiene al entorno en un alerta permanente.

Esa escalera de la medicina tradicional la llevó a un instituto psiquiátrico para adultos en Rosario “buscando estabilizarlo y entre todas la drogas que se probaron una de ellas le provocó depresión medular y casi lo lleva a la muerte. Terminamos en coma, lejos de casa, con la sensación horrible de haberlo expuesto a semejante situación. Nos vinimos, volvimos a estar encerrados y así fue como preferimos estar mal adentro de casa que afuera”.

Fernanda, aun alerta las 24 horas para atender a su hijo, tuvo un tiempo para seguir buscando respuestas, paliativos. Escuchó hablar de la utilización medicinal de la planta de cannabis y “ahí fue un antes y un después en nuestra vida”.

Un antes y un después

Fernanda se conectó con la Ong. Cannabicultores del Alto Valle “que solidariamente nos acompañan en nuestro trabajo y fueron ellos los que nos acercaron las primeras muestras de aceite y eso fue un antes y un después. La respuesta positiva fue de casi un cien por ciento”. Aclaró que “esto es muy artesanal y muy personal, no existe un aceite para una misma patología, hay muchas cepas y no todas son iguales”.

Ella y su esposo debieron “derribar muchos tabúes” porque nunca habían tenido relación con cannabis “ni aún de jóvenes” por lo que se pusieron a “estudiar, viajar a congresos, saber científicamente cuál es el funcionamiento en nuestro organismo”. La aplicación del aceite “fue encontrar esta paz y este equilibrio de poder tomar un mate tranquilo con tu marido, empezar a interactuar sin agredir, no esperar un golpe, que él volviera a estar conectado , feliz, que ampliara su vocabulario”.

A este nuevo camino se le agregó incorporar información sobre la planta y el autocultivo, porque “somos de la idea que la única manera de lograr un aceite puro y necesario de cada paciente es cultivando, para tener cuidado con la cepa” a utilizar “sin necesidad de intermediario y sin exponer a mi hijo a darle algo que no sé cómo se hizo”.

No obstante, sienten que con Giuliano –que hoy tiene 17 años- “estamos fuera de la protección legal entre comillas, porque avala las convulsiones refractarias y hoy el cannabis está siendo utilizado en otras patologías como reuma, artrosis, autismo, migrañas, parkinson, alzeimer”, entre otras. Pero aprendieron y replican que “tenemos un endocanabinoides en el cuerpo que cuando entra en un desequilibrio, el aceite lo equilibra cuando compatibiliza con el organismo” y lo estabiliza “logrando una calidad de vida muy superior” tanto en pacientes como en el entorno familiar.

La búsqueda

La búsqueda de información la llevó al encuentro con otras personas que estaban en el mismo camino. Y con otras que habían obtenido las respuestas que ella estaba buscando. Confirmó que bajar los brazos no es un instinto maternal, sino todo lo contrario.

Así, hace tres años conformaron la Ong. “Cannabis de Río Negro” que alcanzó la Personería Jurídica en esa provincia hace pocos días. “Es fundamentalmente un reconocimiento a todo lo que venimos haciendo”, especialmente a la difusión, a varios encuentros masivos que realizaron en la región y donde se observó mucha presencia de profesionales de las distintas disciplinas de la medicina. Fernanda explicó que la organización “está compuesta básicamente por pacientes o familiares que han aprendido las características del uso medicinal del cannabis, a cultivar y hacer el aceite y que han logrado mejorar su calidad de vida”.

Nació otra mujer

Ese hijo, más diferente que otros, le cambió la vida. Durante años dejó todo para contenerlo en la enfermedad. Pero no la consumió, todo lo contrario. “Me ha dado un lugar hasta personal para poder crecer. Más allá de ser madre, ser una mujer”, reflexiona en la intimidad de la charla. Y sigue: “el estar bien Giuliano gracias al cannabis, ha permitido que hoy exista una mujer, más allá de una madre, que hoy se dedica a esta organización que está compuesta por médicos, abogados, pacientes y tanta gente maravillosa”.

Los hijos, las hijas, nacen de las madres. En muchos casos, buscan toda la vida hasta encontrarlas. Pero hay madres que nacen a partir de sus hijos. Son madres dobles. ¡Chapeau!.

 

La entrevista completa en https://tardelibreonline.blogspot.com/

 

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