Cadáveres nada exquisitos

19 febrero, 2019
Cadáveres nada exquisitos
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A menos 20 días de las elecciones, la ciudad está empachada de propaganda electoral. En forzosa yuxtaposición, conviven a los codazos distintos partidos y algunos rejuntes de ocasión. El hacinamiento visual, las medidas idénticas y los mensajes amorfos constituyen un pastiche con algo de surrealismo y mucho de insulso.

Por si fuese poco, en el mismo lodo, todos manoseaus, se entreveran por allí publicidades de pañales, recitales, útiles escolares y bebidas gaseosas. El conjunto resulta indescifrable para quien va en auto y carente de todo interés para quien marcha a pie. Como somos gente gaucha, tomamos nota por usted.

Por orden alfabético, aproveche algunos eslóganes a precio de liquidación: Contra los candidatos de las petroleras (Godoy), ¡Es ahora! (Quiroga), Es distinta (Lamarca), Iguales (Vidal), Para todos (Rodríguez), Se acaba la joda (Sobisch), Se viene otro Neuquén (Rioseco), Sigamos juntos (Gutiérrez) y Siempre (Peressini).

La falta de ideas en campaña podría ser un indicador de lo que podremos esperar en el ejercicio de la función pública. Como muestra de su vacuidad e insignificancia, buena parte de los mensajes y las candidaturas son notoriamente intercambiables. ¡Es ahora! Le cabe a casi todos los postulantes. Por su parte, algunos de ellos podría subirse a casi cualquier colectivo electoral: todos los dejan bien, siempre.

Como resulta claro que todo es confuso, proponemos un acuerdo electoral que perfeccione lo que ya se da de hecho: el mensaje informe único. Un primer prototipo, a lo Frankenstein, podría ser algo así: "Se acaba la joda contra los candidatos de las petroleras: para todos es distinta. ¡Es ahora! Se viene otro Neuquén, sigamos juntos siempre iguales".

Ya envalentonados, y con las mismas palabras, podríamos salir del tedio pateando el hormiguero. ¿Qué le parece esta joyita?: "Siempre acaba otro. Neuquén es las petroleras contra todos. Para la joda distinta de los candidatos juntos, sigamos iguales. Ahora se viene".

Por el mismo precio, un poco más de lo mismo: "Ahora Neuquén es de las petroleras. Los candidatos siempre juntos contra todos. Sigamos iguales para la joda distinta. ¿Viene otro? Se acaba.". Y así podríamos continuar hasta la risa, el llanto o la locura: "Las petroleras: para la joda. Los candidatos: todos iguales. Neuquén es distinta: se acaba ahora. Sigamos siempre juntos contra otro".

Si no recuerda las frases o los candidatos que las suscriben, no importa: el día de las elecciones les pega una mirada. Mientras tanto, quizás convenga recordar lo que parece olvidado: en cualquier campaña, los recursos económicos cuentan tanto como los intelectuales. Para abrirse paso en la maraña de mensajes siguen siendo imprescindibles dos condiciones elementales: relevancia y pertinencia.

Relevancia para despegarse de lo esperable y obvio. Pertinencia para cumplir acabada y oportunamente el propósito de la comunicación. Combinando creatividad, calidad y sorpresa, un mensaje relevante se eleva por encima del resto. Con inteligencia, lógica y estrategia un mensaje pertinente termina por hacer la diferencia. Dicho de otro modo, no alcanza con atrapar la atención, si eso no se capitaliza en función del objetivo, es lo mismo que nada. O aún peor, es interferencia, ruido.

Se puede ganar sin una buena comunicación, e incluso sin buenas candidaturas: tristemente, sucede demasiado a menudo. Pero en un escenario tan cerrado como el presente, quien haga mejor las cosas, o siquiera se equivoque menos, tiene, quizás, una posibilidad superior de cantar victoria.

 

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