La mujer que volvió a su pueblo, 153 años después

17 febrero, 2019
La mujer que volvió a su  pueblo, 153 años después
galesa
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. Catherine, una mujer que con sus pequeños hijos partió de Gales hacia la Patagonia hace 153 años, hoy volvió a estar cerca de su pueblo. Se abrió paso en el centro de Londres a través del documental que filmó el cineasta argentino Ricardo Preve y que participa en el Festival Internacional de Cine del Norte Europeo.

Antes, 130 años después de su muerte, volvió en huesos asomados en la arena de Punta Cuevas, cerca de Puerto Madryn. Y sumó dos indicios de quién era ella: un botón de nácar y un anillo de casamiento.

Definitivamente volvió a ser Catherine Roberts Davies, 20 años después del hallazgo de sus restos, luego de un infructuoso trabajo de científicos, forenses, historiadores y un estudio de ADN.

La terquedad de volver de esta mujer galesa –la primera de ese pueblo muerta en Patagonia- sólo se iguala con la puntualidad de la marea del Atlántico que la trajo y ahora la llevó.

La película

El director del documental, Ricardo Preve, tuvo un extenso diálogo en directo desde Londres en el programa Tarde Libre, de AM 550 La Primera. En medio de la emoción de la llegada a Inglaterra del film, sostuvo que el relato contiene un reconocimiento a los científicos del CenPat (dependiente del Conicet), de historiadores y del Equipo Argentino de Antropología Forense que luego de veinte años develaron el misterio que encerraba ese esqueleto. También incluye el encuentro en Gales con una descendiente de Catherine, Nia Olwen Ritchie, que no sólo se prestó para el análisis genético sino que también viajó a Chubut y participó de la película.

Además, con una actriz descendiente de galeses, reprodujo en ficción parte de la vida de Catherine en la Patagonia.

“Ella viajó desde Gales con tres hijos, uno de ellos falleció en el trayecto, y a poco de llegar a la costa chubutense, falleció. Fue sepultada en un cajón cuyas maderas también fueron analizadas. Años después, sus hijos partieron a Canadá y sólo hubo descendencia allí”, señaló Preve.

En cuanto al proyecto audiovisual, el cineasta indicó que “toda historia debe tener un principio, un medio y un final. Acá teníamos el origen, la llegada de los galeses a las costas patagónicas, un nudo que era la investigación de los científicos del CenPat, pero un final incierto porque no sabíamos en ese momento si se trataba o no Catherine”. Una vez en marcha la filmación con las entrevistas a los científicos patagónicos “un día tomé el teléfono y hablé con Nia Olwen Ritchie que estaba en Gales y la convencí de hacer una entrevista y de que se tomara unas vacaciones y viajara a Argentina, para realizar el estudio de ADN”.

“A mí me gusta matizar la ficción con lo documental –indicó Preve- y en este proyecto lo alcanzamos plenamente. Además le agregamos la filmación en tiempo real, cuando estuvimos en Gales con su descendiente, durante su viaje a la Argentina, cuanto se realizó la toma de muestra y cuando, por así decir ´en vivo´, se confirmó la identidad de Catherine”.

Finalmente, señaló que “es un poco frustrante” que el film aún no haya sido expuesto en Gales “siendo que la película ha obtenido numerosos reconocimientos en festivales y en la crítica, además de proyectarse en países tan distantes como Argentina y Tailandia”. No obstante, indicó que existen negociaciones en estos días con distribuidores y con la televisión galesa para poder realizar la proyección” en la tierra natal de Catherine.

Entre los científicos que trabajaron durante 20 años para identificar los restos de Catherine, se destacaron Julieta Gómez Otero y Silvia Dahinten (especialista en el estudio de esqueletos patagónicos), en cooperación con el historiador Fernando Coronato, quien también se ha especializado en la historia galesa en el sur argentino.

La terquedad

Catherine quizá haya sido una de las mujeres más tercas con su propio destino.

No sólo porque con unos 30 años, su marido y tres hijos, partió desde Gales hasta el fin del mundo americano, en 1865. Tampoco porque la vida emigró de su cuerpo a poco de llegar. Quizá la terquedad de su propio destino asomó 130 años después con sus huesos, su anillo y un botón de nácar, entre la arena y la cuchilla de la máquina que ampliaba el cámping del ACA.

A esa insistencia terca de volver a ser ella se le sumó el estudio genético que le devolvió su nombre y apellido, tras veinte años de incertidumbre.

Hoy una parte de ella -sus huesos-, descansan en la playa cercana a Puerto Madryn, pero su testimonio fílmico está a pocos kilómetros del origen de esa vida porfiada con el destino.

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