Mejoró el MPN, en un contexto todavía muy inestable

16 febrero, 2019
Mejoró el MPN, en un contexto todavía muy inestable
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Apenas una veintena de días restan para que las urnas reciban las tarjetas electrónicas en las que quedará asentado el voto ciudadano, y sellada la suerte de los candidatos; y en este tramo de la campaña, se destaca el posicionamiento del MPN, que ha remontado mediciones adversas y mejorado su ubicación en el ranking de las encuestas.

Como gusta decir el candidato del partido provincial, Omar Gutiérrez, “esto no es casualidad”. El partido del gobierno diseñó una estrategia que, si bien no es sorprendente, ni siquiera novedosa, le ha dado mucho resultado en el actual contexto: la de profundizar el mensaje de la “independencia” política. Los más entusiastas, hablaron incluso de la “colonización” de los partidos nacionales, en referencia a las visitas de algunos porteños ilustres, que decoraron momentos de las campañas de Unidad Ciudadana y Cambiemos.

En Neuquén, tal vez como en todas partes, hay un sentimiento de enojo que sobrevuela con mayor o menor nivel de conciencia por la ciudadanía. La inflación es la principal preocupación, y la corrupción aparece a unos 20 puntos de distancia en las mediciones sobre el humor social. Esa sensación se dispara hacia el poder central con mayor facilidad que hacia los gobiernos locales, pues se sabe que el contexto nacional no es responsabilidad de los gobernantes de distrito.

Pero ese no es el punto central, ya que Ramón Rioseco también apunta contra el actual gobierno de Mauricio Macri, e incluso se presenta como la opción nacional, vía Cristina Kirchner. No lo es, pues el propio Horacio Quiroga marca sus diferencias en algunas cuestiones esenciales para Neuquén, como es por ejemplo la producción de energía, contradiciendo la aplicación de retenciones a la exportación de hidrocarburos. Si el MPN ha recuperado vigor, es no solo por la acentuación de su independencia como partido de distrito, sino también por aciertos de campaña. Es decir: en términos tenísticos, no solo aprovechó errores no forzados, sino que también metió algunas pelotas ganadoras.

La posición que más resultados le ha dado, es la de presentarse a sí mismo como el reaseguro de una política económica que no busca el ajuste, sino el desarrollo; que no escatima distribución, antes que concentración y acumulación de recursos. Con esto se podrá estar de acuerdo, o en desacuerdo total, pero no puede negarse que la estrategia del MPN unió dos circunstancias de alto impacto: primero, la anticipación drástica de las elecciones, colocándolas al principio del año y a 9 meses de la finalización del mandato; y segundo, el cierre de acuerdos salariales con los gremios del Estado en febrero, una especie de récord inédito en la historia de los últimos agitados años de la sociedad neuquina.

El contraste, en las actuales circunstancias, alcanza niveles de impacto mediático muy fuertes. La foto de Neuquén es la de funcionarios estrechando manos de gremialistas con sonrisas de pascuas estridentes; la foto nacional, es la de policías armados hasta los dientes reprimiendo una manifestación de verduleros, con berenjenas desparramadas y morrones en alto.

¿Qué implica esta nueva lectura, obligada por los escenarios cambiantes de una campaña corta y acelerada en circunstancias? Nada definitivo, pues el escenario puede cambiar nuevamente en la veintena de días que resta, y las diferencias entre los principales protagonistas no son determinantes todavía. No es posible decir quién ganará las elecciones en Neuquén, pero sí hay que marcar que hace seis meses el panorama era otro, y el MPN estaba en una posición más endeble que la que ahora ostenta.

El desafío mayor en estos días será, pues, para quienes desafían la larga hegemonía. ¿Deberían cambiar, enfatizar, fortalecer? En todo caso, no podrán dejar de insistir, machacar y perseverar. En este sentido, se ve que Horacio Quiroga mantiene la línea y procura sostener coherencia en el discurso sin que la mácula de los errores nacionales le salpique los pantalones, ni avancen demasiado las internas en su palacio; al tiempo que Ramón Rioseco y Darío Martínez se abrazan con fuerza de la recuperación (importante) que ha tenido Cristina Kirchner en las encuestas, y le rezan a los santos (como todos los kirchneristas) para que de la tormenta judicial no se desprenda algún rayo exterminador que sepulte recuperaciones sustentadas en el malhumor con Macri.

Debería quedar claro, a esta altura, que a nadie le da para festejar por anticipado, ni hay candidatos que tengan el futuro comprado. El ánimo ciudadano está tan inestable, que en una semana puede cambiar todo, y obligar a analizar de nuevo las cosas, como si el mundo fuera destruido y vuelto a construir por alguna deidad caprichosa.

Rubén Boggi

 

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