La fiesta electoral, los que pueden ganar, y los que ganarán perdiendo

10 febrero, 2019
La fiesta electoral, los que pueden ganar, y los que ganarán perdiendo
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Mientras en la capital neuquina la Fiesta de la Confluencia induce a pensar que la joda y la celebración son placebos necesarios en tiempos de crisis, y que en tiempos electorales, pueden cumplir una multifunción interesante (qué mejor escenario para los candidatos de Cambiemos), la realidad sigue su curso impiadoso, que no se detiene pese a la bisagra que supondrían las elecciones del 10 de marzo.

El primero que lo sabe es el propio Horacio Quiroga, el referente y candidato de Cambiemos en Neuquén. La provincia que espera es la de Vaca Muerta y su promesa de progreso vital en la primera mitad de este siglo posmoderno; pero también es la provincia donde el atraso luce más contrastante, la pobreza semeja casi una obscenidad, y las variantes a la dependencia de los hidrocarburos parecen tortugas corriendo detrás de la liebre.

Quiroga está bien posicionado en las encuestas, y este factor objetivo que las mediciones marcan, con diferencias sutiles según el momento, es posible que no se altere hasta el final de la carrera. Estar bien posicionado implica tener posibilidades, pero no la garantía del triunfo. Aunque parezca cruel decir esto en el universo del partido único e invencible (o un sacrilegio, una herejía imperdonable) lo mismo le pasa a Omar Gutiérrez, el candidato a la reelección oficialista. Y a Ramón Rioseco, el empeñoso kirchnerista por conveniencia. Los tres son conscientes de ser los candidatos expectables en la actual coyuntura, sin que esto signifique que estén pegados a la misma posibilidad cierta, ni que haya una carrera en la que el primero gane por una cabeza. Es, precisamente, la incertidumbre sobre lo que realmente pasará lo que los obliga a mencionarse entre sí durante la campaña, despegándose del resto, que compite por otros objetivos.

Así, el MPN luce concentrado en una campaña que pasa menos por lo mediático que por el despliegue impresionante de su candidato. El sábado, mientras Cambiemos seguía exponiendo su “capacidad de convocatoria disfrazada” en la Isla 132, Gutiérrez se animó a convocar al Ruca Che, con motivos de género y exaltación femenina. Lo llenó, como casi siempre lo hace el MPN. Entre pasillos, y por las redes sociales, el emepenismo expuso con crudeza lo que entiende es una especie de papelón para Quiroga, el fracaso de la lista colectora que lo llevaba al intendente al frente, con concurrencia de emepenistas desencantados que primero habían probado la opción Violeta, y después intentaron la general a través de este triste mecanismo habilitado por la precaria institucionalidad democrática argentina y neuquina. Como allí estuvo Luis Manganaro, en el MPN se aprovechó para ratificar que hay una especie de justicia divina que castiga a los traidores.

Mientras tanto, disparan balas tanto contra Quiroga como contra Rioseco. El más claro y contundente es el senador nacional y sindicalista petrolero Guillermo Pereyra, pues lo hace en función de la joya económica que ostenta Neuquén, la ya famosa en el mundo global Vaca Muerta. Pereyra ha demostrado ser en estos años el hombre más poderoso de la política neuquina si se considera el elenco político en relación a su capacidad de autonomía y capacidad de gestión independiente. El petrolero mueve sus estrategias con una habilidad curtida en décadas de actividad sindical de primera línea. Así, se permitió hacer un paseo por el núcleo de la actividad actual no convencional, y a la vez, centro de la polémica por la resolución 46 de Energía, el Fortín de Piedra que opera Tecpetrol, nada menos que con los exponentes locales del peronismo no cristinista, el federal, el que supuestamente terciará en la pelea de octubre en Argentina. Pereyra, junto con Manuel Arévalo, el otro sindicalista (Jerárquicos) de importancia en la industria, respaldan al mismo tiempo al MPN, y al candidato peronista no emepenista (o emepenista maquillado) Sergio Rodríguez, pues es el nexo que mantienen con la proyección nacional no K, a través de quien fue el visitante, el senador Miguel Pichetto.

Este aspecto de la campaña es interesante, pues tiene que ver con quienes de seguro no ganarán, pero que están para ayudar a que alguien gane y alguien pierda. Rodríguez es uno, en este caso, casi explícitamente pro-MPN en la estrategia general; pero hay otros. Por ejemplo, Libres del Sur, con Mercedes Lamarca y Jesús Escobar, tiene raíces de financiamiento en sectores que apuestan a su cosecha de votos en desmedro de otros (en este caso, fundamentalmente, de Horacio Quiroga y de Ramón Rioseco, fundamentalmente); el Iguales inventado por Alejandro Vidal, también busca propósitos indirectos, fundamentalmente antiquiroguistas, para tratar de instalar en la Cámara de Diputados a Gastón Contardi, un hombre de las generaciones con mayor futuro que se abrió, aparentemente para siempre, de ese núcleo ardiente e incómodo que acompaña al actual intendente capitalino.

Así, la rosca política que persigue el propósito de mantener lo establecido para sumar en la construcción de espacios propios que, eventualmente, cuando tengan fuerza suficiente se rebelarían contra establecimiento natural de los órdenes, va más allá del mecanismo grotesco de las colectoras, pero se complementa con éste.

En este contexto, en medio de las fiestas y las celebraciones, se agazapa la crueldad de los procesos urgentes y necesarios. Conviene no olvidar que es una época de mucha trascendencia. Lo que se defina ahora, determinará el futuro de unas cuantas generaciones. Mucha responsabilidad para tanta ligereza, tanta ambición conservadora.

Rubén Boggi

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