La nariz de Pinocho

1 febrero, 2019
La nariz de Pinocho
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Se conoció ayer la sentencia contra los seis acusados del homicidio de Eduardo Frei Montalva, ex presidente de Chile entre 1964 y 1970. Después de más de 15 años de investigación judicial, el magistrado Alejandro Madrid aplicó penas que van de los 10 años de prisión efectiva a tres años de prisión en suspenso por el envenenamiento y muerte del líder democristiano.

El asesinato de Frei Montalva se produjo el 22 de enero 1982, durante la dictadura de Augusto Pinochet. Los condenados son dos médicos de la Clínica Santa María, dos agentes de la Dirección  de Inteligencia Nacional (DIN) y dos peritos que firmaron el informe forense. Eduardo Frei Montalva falleció por una septicemia luego de ser operado de una hernia, en teoría, una intervención de rutina de mínimo riesgo. Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo de la víctima y también presidente chileno entre 1994 y 2000, sospecha que los EEUU colaboraron con el crimen aportando a la DIN una cepa bacteriana resistente a los antibióticos.

Hijo de un matrimonio de clase media, Frei Montalva pudo estudiar leyes gracias a una beca que gestionó su madre ante el rector de la Universidad Católica. Se destacó rápidamente como estudiante y líder católico, militando primero en el Partido Conservador, luego en la Falange Nacional y finalmente en la Democracia Cristiana, partido del que fue fundador. Su tesis doctoral “El régimen del asalariado y su posible abolición”, mereció un galardón a la excelencia universitaria. El trabajo abordada ideas muy audaces para la época tales como la copropiedad empresarial y la participación obrera en las ganancias.

Inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia (Católica), Eduardo Frei Montalva repartió su labor política entre la mejora de las condiciones de vida del pueblo chileno y la lucha contra el fantasma del comunismo “a la cubana”. La fobia compartida frente al sucio trapo rojo hizo que recibiese el respaldo de la derecha en la carrera presidencial de 1964. Su oponente, el socialista Salvador Allende, era para la oligarquía chilena algo así como Satanás en ropa interior. Cables desclasificados del Departamento de Estado norteamericano revelan que la CIA financió su campaña presidencial, sin que él lo supiese.

Como presidente, Frei Montalva desarrolló un programa de transformaciones económicas y sociales que beneficiaron a los sectores más vulnerables y vulnerados de la sociedad. Inició el proceso de nacionalización del cobre, impulsó la conformación de sindicatos y cooperativas, duplicó el número de camas hospitalarias, promovió el acceso popular a la educación, promulgó la Ley de Guarderías, edificó más de 3000 escuelas, incrementó la producción de energía, mejoró el programa de alimentación materna, redujo la mortalidad infantil, desarrolló la siderurgia, creó el seguro de accidentes de trabajo y, a través del Ministerio de Vivienda creado por su gobierno, edificó más de 130.000 viviendas populares.

Una vez que dejó el gobierno se transformó en furibundo opositor del Dr. Salvador Allende, contra quien conspiró. En septiembre de 1970 convocó a los mandos militares y al director general de carabineros para advertirlos del riesgo de un régimen marxista. También se entrevistó con el embajador de EEUU en Chile para solicitar la intervención de Washington a fin de evitar la asunción de Allende. En junio de 1973, advertido por oficiales de estado mayor del ejército de los aprestos de golpe de estado, dio su bendición al quiebre institucional. Incluso fue promotor de la idea entre el empresariado chileno.

Si bien no tuvo reparos en mostrarse junto a Pinochet en los primeros días del golpe, con el correr del tiempo se transformó en un abierto crítico de la dictadura. A diferencia de la mayoría de los disidentes, Frei Montalva decidió permanecer en el país, en vez de emprender el exilio. Cuando el ex presidente se consolidó como líder de la oposición, la policía secreta de Chile logró infiltrar al agente secreto Luis Becerra, como chofer y asistente personal del democristiano. Resultó una pieza clave en el asesinato.

El presidente Sebastián Piñera, que en su primer mandato impulsó el juicio por homicidio, expresó ayer su “más indignada condena a un acto tan cruel y tan vil“, asimismo, brindó sus condolencias a la familia de Frei, “muy especialmente a sus hijos”. Precisamente, Carmen Frei, hija del ex presidente, quien al iniciarse el juicio se había manifestado francamente escéptica respecto de las verdaderas intenciones de Piñera, afirmó que se trató de "un hecho tan grave que el país debe asumirlo como parte de uno de los periodos más oscuros de nuestro pasado. Se trata del único magnicidio en la historia de Chile".

Si un magnicidio es el homicidio por razones políticas de una figura relevante de la sociedad, se queda corta Carmen Frei. En 1973, en el Estadio Nacional, después de cortarle las manos, fue ejecutado el poeta Víctor Jara. En 1974 el general Carlos Prats y su esposa fueron asesinados en Buenos Aires. (Prats había sido vicepresidente de Allende). En 1975 fue asesinado en Washington Orlando Letelier, ex canciller de Allende. La lista de magnicidios podría seguir… En cualquier caso, para las familias de las más de 3000 víctimas del régimen de Pinochet, no hay pérdida más importante que la de su ser querido. Cada crimen esclarecido significa una derrota para Pinocho y su trama de muerte y mentiras.

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