Omar, Ramón, la vaca y las chicanas que distraen

26 enero, 2019
Omar, Ramón, la vaca y las chicanas que distraen
sauzal bonito
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Vaca Muerta es la gran protagonista de la campaña electoral neuquina, y sirve tanto para el oficialismo, como para la oposición. Sirve por lo que es ya económicamente; sirve por lo que se avizora en su futuro, con un amplio menú de posibilidades que todos exploran; sirve para advertir de amenazas al ambiente; sirve para discutir qué tiene que hacer, fundamentalmente, el Estado, en una provincia híper estatista, de un país acostumbrado a referenciar todo en el Estado.

El MPN gobernante es, obviamente, el que levanta con mayor entusiasmo la bandera del progreso, atado al desarrollo de la formación geológica que revitalizó la producción de energía, en un país que la había perdido, dramáticamente, durante la década que inició el siglo. También queda sujeto, aprisionado, a la crítica retrospectiva sobre su propio rol; ya que por un lado impulsó las inversiones en el shale y el tight, pero al mismo tiempo toleró hasta la exasperación una política energética nacional que jugó en contra de esas posibilidades de inversiones.

Curiosamente, el detractor más prolífico de la política energética del MPN es el frente conformado por Unidad Ciudadana y el partido de Ramón Rioseco. Es el sector que en la década de mayor caída de la producción de energía, cuando el país tuvo que empezar a importar gas a mansalva, acompañó a ese gobierno de Néstor Kirchner, primero, y de Cristina Kirchner, después. En algunas coyunturas de esa década confusa, Rioseco y Martínez estuvieron más cerca del MPN que muchos de los que ahora están con el MPN.

Hoy, Rioseco deplora que en la provincia que más gas produce en el país, haya gente que tenga que usar garrafas por no tener conexión a la red de distribución de gas. Utiliza, y también lo hace Darío Martínez, el argumento de que es así porque el MPN piensa más en las empresas y la “plata grande” de las inversiones, que en los ciudadanos de la provincia.

Esto, por supuesto, es opinable. Aunque no puede desconocerse que quien habla administra, con su hermano José y su hermana Teresa, el municipio de Cutral Co, el único junto a Huincul que tiene un yacimiento de gas que le pertenece, el de El Mangrullo. Aun así, también hay gente que no está conectada a la red de gas en esa comarca petrolera, la que originó, hace 100 años, el comienzo de la producción de hidrocarburos en la provincia.

Esa realidad es común a toda la provincia, en algunas regiones más que otras, según la ubicación geográfica y la distancia respecto de los gasoductos. Tiene que ver con una circunstancia social y económica, además de la planificación del Estado y la actitud de las empresas distribuidoras. Hay mucha gente pobre en Neuquén, más de la que se correspondería con su Producto Bruto Geográfico. Mucha gente que vive a cuadras de algún pozo gasífero y no tiene gas en su casa.

Es parte del debate, pero sería bueno que todos asumieran la parte de culpa que les corresponde, si es que se quiere sucumbir a la tentación de andar echando culpas para hacer campañas.

Otro aspecto de Vaca Muerta que se metió en la coyuntura electoral es lo que ocurre en Sauzal Bonito con los movimientos sísmicos. Es un tema delicado, que el elenco político actual tiene dificultades en abordar, porque vincula los sismos a la actividad del fracking, sea esto cierto o no. Ningún candidato de los expectantes quiere escupir para arriba con un tema que todavía no está claro, pues no se ha demostrado –y será muy difícil demostrar- que haya una vinculación entre las fracturas hidráulicas del sistema no convencional de extracción de hidrocarburos y los movimientos que originan rajaduras en las casas  del pequeño poblado del interior neuquino.

Pero, la inquietud se hizo notar, los pobladores del paraje fueron a la ruta, y el gobierno de Omar Gutiérrez-Rolando Figueroa (oh, las formas…) tuvo que dar una muestra concreta de acción preventiva ante la mera sospecha, y mientras se intenta aclarar el panorama. Primero habló Jorge Lara, de Ambiente de la provincia, para avisar que ya se pidió la instalación de sismógrafos que permitan hacer lecturas científicas y oficiales de lo que sucede; y después, una misión gubernamental encabezada entre otros por Osvaldo Llancafilo, recorrió el poblado (ver foto) de pocas casas pero mucho alboroto, abriendo oficialmente el diálogo y las eventuales respuestas a una diversidad de pedidos de mejoras, que poco o nada tienen que ver con los sismos. Entre ellos, la provisión de agua potable.

Así las cosas, de aquí al 10 de marzo seguirá Vaca Muerta, versión electoral, con un auge inusitado en todos los discursos y enfoques. No está mal. Es una oportunidad para debatir lo que se puede hacer con esta tercera ola de producción energética.

Habrá que, en principio, recordar todo lo que se hizo mal y produjo un desaprovechamiento de las dos grandes olas anteriores. Y dejar de lado las chicanas baratas, para avanzar en los temas realmente serios, que hacen a la tremenda posibilidad de progreso para esta provincia tan cerca y tan lejos de la felicidad humana.

Rubén Boggi

 

 

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