La paradoja de Popper

10 enero, 2019
La paradoja de Popper
maduro
maduro

(Especial por Jorge Gorostiza) Asume hoy Nicolás Maduro su segundo mandato como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. El nuevo gobierno es considerado ilegítimo por EEUU, la Unión Europea (UE) y el grupo de Lima, exceptuado México. Las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo no contaron con la participación de la oposición. Por otra parte, el presidente Maduro ha disuelto la asamblea nacional, de modo tal que el poder ejecutivo y el legislativo no se reconocen entre sí.

La Organización Human Right Watch acaba de publicar un informe sobre 32 casos de tortura entre 2017 y 2018 contra militares y civiles disidentes. No está probado, sin embargo, teniendo en cuenta los antecedentes del denunciante y del denunciado, resulta tristemente verosímil.

En cualquier caso, Venezuela avanza al galope hacia su descomposición. Las sanciones económicas contra el chavismo, la corrupción, la militarización, la violencia, la hiperinflación, la inviabilidad política y la falta de alimentos han empujado a unos 3 millones de ciudadanos a emigrar con lo puesto y poco más. Colombia es el principal país de acogida con, al menos, 1.100.000 venezolanos radicados en su territorio.

La memoria de las migraciones forzadas en Colombia ha hecho posible que, tanto durante la presidencia de Juan Manuel Santos como en la de Iván Duque, los venezolanos hayan sido recibidos sin restricciones por parte del país hermano. Un dato alentador en un panorama mundial marcado por la xenofobia.

El número de migrantes venezolanos en Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Argentina es el doble que la cantidad de desesperados sirios que tan “trabajosamente” aceptaron los 28 países de la Unión Europea luego de la crisis del 2015. Por lejos, el país que más migrantes incorporó es Alemania.

La cuestión migratoria se ha vuelto el leit motiv de las ¿nuevas? derechas europeas. La versión alemana del fenómeno es la Allience für Deutschland (AfD), Alianza por Alemania. El partido etno-derechista ha obtenido el 13% de los votos en las últimas elecciones legislativas de 2017. Con casi 6 millones de votos, la AfD es la tercera fuerza política en el Bundestag. En las provincias de la ex Alemania Oriental, la AfD coquetea abiertamente con los islamofóbicos de Pégida y los grupos neonazis fuera de la ley.

Al igual que Trump, Bolsonaro y Patricia Bullrich, la AfD recita el mantra de migración y el delito. Los más patriotas pasan de las palabras a los hechos y no se privan de apalear a un africano o incendiar un refugio de extranjeros. Los recién llegados no comprenden, todavía la primera estrofa del himno alemán: Deutschland über alles, Über alles in der Welt, Alemania sobre todo, sobre todo en el mundo.

El lunes fue internado en Bremen Frank Magnitz, líder regional de la AfD, con un traumatismo de cráneo. Según la AfD, Magnitz había sido víctima de un intento de asesinato. La versión de la AfD aseguraba que un grupo de izquierdistas lo había golpeado con una viga y luego pateado en el piso. El partido exigió la inmediata solidaridad de todo el espectro político para condenar el crimen de odio contra su Führer.

El análisis de las cámaras de vigilancia contradice el relato de la AfD: un individuo se desprendió de un grupo de tres y empujó por la espalda a Magnitz quien cae y se golpea contra el piso. Ni viga, ni patadas en el piso. La policía de Bremen considera la posibilidad de que se trate de un intento de robo. Sin embargo, el partido insiste en que se trató de un intento de homicidio contra su líder, responsabilidad indudable, según ellos, de la izquierda germana.

A lo largo de la historia, la derecha alemana ha sabido sacar muy buen provecho de los ataques recibidos. En la noche de 9 al 10 de noviembre de 1938, el nazismo llevó adelante un progrom contra la comunidad judía de Alemania y Austria, en respuesta al asesinato de un diplomático germano en París. La Kristallnacht, o Noche de los Cristales, fue el huevo de la serpiente: cientos de asesinatos, miles de sinagogas incendiadas y más de 30.000 deportados a campos de concentración.

En 1945, el año final de la Segunda Guerra Mundial, el filósofo austríaco Karl Popper publicó el primer volumen de La sociedad abierta y sus enemigos. En la obra, el autor formula la llamada paradoja de la tolerancia.

El planteo inicial se podría reducir a esta pregunta: ¿Puede una comunidad ser tolerante con los intolerantes? Para Popper, una sociedad ilimitadamente abierta termina siendo destruida por los fanáticos. La paradoja de Popper, entonces, consiste en que, para mantener una sociedad tolerante, hay que ser intolerante con la intolerancia.

Al menos en Venezuela y Alemania, la pregunta formulada en 1945 conserva completa vigencia.

Te puede interesar
Últimas noticias