Los muchachos peronistas, en el podio de las posibilidades

15 diciembre, 2018
Los muchachos peronistas, en el podio de las posibilidades
dario martinez-marcelo zuñiga
dario martinez-marcelo zuñiga

Falta solo medio mes para que se cumpla el plazo tope para la presentación de listas de los que quieran participar en las elecciones del 10 de marzo, y en el dinámico escenario neuquino se proyectan ahora –puede cambiar, todavía- tres fuerzas que, a priori, acaparan las intenciones de votos mayoritarias: el MPN, Unidad Ciudadana-Frente Neuquino, y Cambiemos.

El trío que sintetizan Omar Gutiérrez, Ramón Rioseco y Horacio Quiroga, se puede quedar con más del 75 por ciento de los votos en la provincia de Vaca Muerta. El primero, identifica claramente la continuidad del gobierno actual y de lo que ha hecho hasta ahora el MPN con la historia provincial, esa traducción del peronismo al localismo federalista; el segundo, una opción, pegada a Cristina Kirchner, para el retorno del populismo nacionalista; el tercero, lo que sería un cambio más allá del nombre de Cambiemos, una línea liberal-populista, lo más aproximado a ese modelo que ha intentado muchas veces la Argentina, para parecerse a otros países, y que ha fracasado una y otra vez, aunque en el presente esté en pleno proceso, con el gobierno de Mauricio Macri, todavía con destino incierto.

Dos hechos, anticipados por los análisis de posibilidades, pero concretados recién en la semana que pasó, contribuyen a este escenario proyectado. Por un lado, la formalización de la candidatura de Horacio Quiroga, ya sin ninguna duda sobre sus intenciones y posibilidades; por el otro, la aceptación, en el Congreso del PJ neuquino, de lo que se terminó de decidir en Buenos Aires, con Cristina Kirchner y Oscar Parrilli convenciendo a Darío Martínez, la unidad entre el bloque kirchnerista provincial y el Frente Neuquino de Ramón Rioseco, quien sería el que encabezaría, otra vez, la fórmula.

Los muchachos peronistas, que atraviesan al igual que el MPN un recambio generacional relativo, sienten latir más fuerte el corazón de las expectativas, una vez superada la etapa de la negociación y marcadas de cancha. Por varias razones, entre las que se cuentan en primer lugar una tendencia al crecimiento en las encuestas (en Neuquén, lidera las intenciones de votos a nivel nacional Cristina Kirchner), que les augura tanta posibilidad como a cualquiera de los otros dos grandes sectores; en segundo lugar, la certeza de que, al protagonizar lo que será la primera elección del año en Argentina, tendrán todo el apoyo del resto de los distritos que persiguen el propósito de encumbrar otra vez al peronismo al frente de la conducción del país.

También se sienten más fuertes porque pudieron superar una trama muy intrincada de la política, llena de presiones y condicionamientos agoreros, con advertencias de fines para negocios que la misma política, al menos en la convicción argentina, necesita para financiarse y vivir. El MPN hizo todo lo que pudo para mantener a Darío Martínez lejos de Rioseco, y viceversa; pero no pudo, finalmente, evitar que la unidad cuajara ante la zanahoria levantada de una igualdad de posibilidades el 10 de marzo. Quiroga y Cambiemos también jugaron sus bazas buscando evitar la unidad que equilibrara la elección en tercios. Lo que no calcularon fue la anticipación feroz que imprimió Omar Gutiérrez a las elecciones. El tiempo corto y urgente terminó de vencer los diques interpuestos, y al mismo tiempo, cargó a la elección neuquina de una significación nacional más relevante, sobre todo para el kirchnerismo, que vio enseguida la posibilidad de marcar desde Neuquén un camino auspicioso para el retorno de “la Jefa” al poder, con todo lo que eso implica, incluida la eventual resolución de duras advertencias judiciales.

Cuando se explica, desde el MPN, el porqué de la elección de la fecha del 10 de marzo, se habla de un escenario que tiene en cuenta a los sindicatos estatales. Lo que previó el partido provincial es que los gremios, particularmente el docente, estaban preparados para empezar las clases con otro conflicto, agrandado a la medida de las urgencias electorales y del cisma recién atravesado por la pelea Gutiérrez-Figueroa. Esto, dicen, terminó de decidir al Gobernador de sacar cuentas y convocar al filo de las posibilidades que brinda la ley electoral, con plazos ajustados al máximo. Los gremios, se sabe, prefieren al MPN en el gobierno, pero juegan inevitablemente con alguna de las variantes peronistas, porque entienden que tendrían más poder todavía en un esquema de renovación gubernamental que tendría en cuenta a sus referentes, directamente, para ejercer cargos y ocupar lugares de conducción en el Estado.

Desde lo conceptual, es cierto también que Horacio Quiroga podrá aprovechar el panorama para presentarse como la única opción a los distintos niveles y variantes ideológicas del peronismo. Así como Rioseco y Martínez cargarán contra el neoliberalismo de Gutiérrez y Quiroga, éste aprovechará para fusionar a Gutiérrez y Rioseco en el costado populista demagógico de la política. Al mismo tiempo, Gutiérrez podrá desdeñar esas disquisiciones para reafirmar que representa al MPN, es decir, la independencia frente a los partidos nacionales, la autonomía para decidir qué seguir haciendo con Vaca Muerta.

Todos los demás, la opción que presentó Rolando Figueroa, y que todavía no reafirmó, incluida, quedan por ahora corridos de la foto de las posibilidades ciertas de ocupar el sillón principal del gobierno neuquino.

Claro que todavía pueden pasar cosas. Muchas cosas. Nadie podrá jamás, en Argentina, firmar el cheque en blanco del futuro.

Rubén Boggi

 

 

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