Setenta años sin ejército, y pronto sin combustibles fósiles

4 diciembre, 2018
Setenta años sin ejército, y pronto sin combustibles fósiles
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comentamos la negativa del presidente Trump a suscribir el Acuerdo de Paris para la limitación de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático. Un pequeño país sube la apuesta y se propone eliminar el uso de combustibles fósiles para 2021.

Costa Rica limita con Nicaragua al Norte, el mar Caribe al Este, Panamá al Sur y el océano Pacífico al oeste. Tiene una superficie de 51.000 km cuadrados, un poco más de la mitad de Neuquén. Los “ticos” como popularmente se denomina a los costarricenses son unos cinco millones, ocho veces la población de nuestra provincia.

Con apenas el 3 por mil de la superficie terrestre, Costa Rica alberga al 6% de la biodiversidad existente y una cuarta parte del territorio nacional son áreas protegidas. Más de la mitad del país se encuentra cubierto de bosques y selvas y, a contramano de la tendencia mundial, esa superficie ha crecido un 12% en los últimos 17 años.

Costa Rica marcha a la vanguardia en materia de libertad de prensa, equidad de género y libertades individuales. Pero entre las muchas curiosidades y ejemplos a seguir que nos brinda Costa Rica hay un dato que resulta único: desde hace 70 años el país no tiene ejército.

En  1948 la nación vivió una guerra civil que duró cinco semanas y costó cuatro mil vidas. José Figueres, el vencedor de aquel enfrentamiento asumió la presidencia y dispuso la abolición de las fuerzas armadas. La decisión de Figueres fue refrendada por la constitución nacional sancionada al año siguiente.

Desde entonces Costa Rica ha vivido un proceso de estabilidad institucional y bienestar de su población que es único en Centroamérica y el mundo.

A partir de la disolución de sus fuerzas armadas, Figueres y los sucesivos gobernantes incrementaron el presupuesto de educación, salud y desarrollo social. El sostenimiento de esta política de estado se ha traducido en bienestar

En los 25 años posteriores a la desmilitarización, las partidas para educación pasaron del 15% al 35% y se triplicó la cantidad de establecimientos educativos. El presupuesto destinado a la salud pública trepó hasta el 29% del PIB y la cobertura social alcanzó a las dos terceras partes de la población. Por su parte, la inversión social prácticamente se quintuplicó, pasando del 2,6% del PIB al 13,4%.

La eliminación de los gastos de defensa y las políticas activas de las sucesivas presidencias permitieron que el país pasara de una tasa promedio de crecimiento del 1,33% antes de 1948 al 2,44% en las cinco décadas posteriores.

Según un  estudio de la Universidad de Oxford, se trata de la segunda tasa de crecimiento promedio más alta de la segunda mitad del siglo XX. “Nuestros resultados proporcionan pruebas empíricas sólidas para afirmar que la abolición del ejército de Costa Rica contribuyó significativamente al desarrollo a largo plazo del país”, afirma el estudio.

Asimismo, la desmilitarización permitió que la nación saliese indemne de la ola de golpes de estado que marcó a fuego al continente entre 1960 y 1980. La cultura de la paz de los ticos se vio reflejada incluso durante los agitados años de la Revolución Sandinista en Nicaragua: la crema y nata de su juventud participó del conflicto… como alfabetizadores.

Fresia Camacho, quien con los años fuese Directora de Cultura Costarricense, cruzó la frontera e hizo la revolución enseñando a leer y a escribir. “Me dieron un revólver para defensa personal, lo guardé en mi morral y ahí quedó, jamás lo empuñé, mis armas fueron otras”.

Según la organización británica New Economics Foundation, Costa Rica es la nación más feliz, ecológica, verde y sostenible del planeta. No por nada, la manera de darse los buenos días en  Costa Rica es “pura vida”.  Pura vida es también el lema de su marca internacional.

En 2007, la hija de Don José Figueres, el presidente que desmilitarizó al país, Christiana Figueres, propuso un nuevo desafío: descarbonizar la economía costarricense aboliendo el consumo de combustibles fósiles.

Desde entonces, Costa Rica ha comprometido una agenda de Estado para lograrlo en 2021, como meta del bicentenario de su independencia. Si lo logra, o no, está por verse. Como sea, no es poco lo que han conseguido hasta acá.

Mientras tanto, los ticos no se limitan a soñar con un mundo mejor, también lo construyen.

 

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