La bella y el bestia

19 noviembre, 2018
La bella y el bestia
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(Especial por Jorge Gorostiza) Mitología en alpargatas por fascículos. Segunda parte de la historia de Hefesto: sus severísimos progenitores, la reventada de su esposa y el sube y baja olímpico.

Breve resumen

Hefesto era el más fulero de los dioses. Tanto que, ni bien lo parió, su mamá, Hera, lo revoleó bien lejos del Olimpo. Lo criaron medio de lástima las diosas del mar y allí, en el fondo del mar, el niño aprendió el oficio de la herrería que en la antigüedad tenía carácter sagrado, como la poesía y la medicina. Cuando Hera descubrió lo que era capaz de hacer su hijo lo buscó para pedirle perdón. El niño simuló aceptar las disculpas regalándole un trono de oro. Pero, ni bien se sentó en aquel trono, un mecanismo secreto se activó reteniendo a la diosa de pies y manos. Hefesto se mandó a mudar olímpicamente y allí quedó su madre, esperando sentada. Nadie podía liberarla de aquella emboscada, sólo su inventor.

Se va la segunda

Años estuvieron los dioses buscando a Hefesto para que libere a su mamá, pero nada. Hasta que un día Dionisio lo encontró y, a pura simpatía, lo convenció de regresar al Olimpo y perdonar a Hera. No más llegar al Olimpo, escuchó que ella discutía con Zeus. Salió entonces en defensa de su madre, con tan poco tacto o semejante mala suerte que lo agarró Zeus del cogote y lo revoleó todavía con más fuerza que la primera vez. Mire si habrá sido fuerte el revoleo, que Hefesto estuvo un día entero en el aire hasta que cayó en la isla de Lemnos, con tal violencia que se quebró las dos piernas y quedó rengo para siempre.

Esta película ya la vi

Nuevamente fue rescatado Hefesto por caridad, esta vez por gauchada dea los habitantes del lugar, quienes lo cuidaron hasta que Zeus lo mandó a buscar de vuelta… (Tenga presente estos hechos si usted es de los que se queja por la familia que le tocó). Bueno, por tercera vez subió Hefesto al Olimpo, ahora, además de feo, rengo. No había ART ni seguro contra todo riesgo, así que, a modo de compensación Zeus lo casó con la magnífica Afrodita, la más bella de las muy bellas diosas. Y la más ardiente.

Un objeto sexual divino

Cuando las Parcas repartieron las tareas a los dioses, a Afrodita se le encargó un sólo trabajo: hacer el amor. Tanto es así que un día paveando se le dio por sentarse en un telar y al toque fue apercibida: vos no podés ocuparte de ninguna otra cosa más que de lo que ya sabés. Bueno, Afrodita se tomó muy en serio su trabajo y se acostó con todos, hasta con un bombero quemado. Cualquier colectivo la dejaba bien pero además tenía un cinturón mágico que la hacía irresistible.

La Ley del embudo

Reversionando el refrán popular podríamos decir que se cumplía en ellos eso de la mejor mina con el más cornudo. Afrodita no dejaba títere con cabeza per, de entre todos sus amantes, prefería decididamente a uno. Ella y Ares, dios de la guerra, sentían una irrefrenable pasión mutua. Cada vez que Hefesto se descuidaba, los otros se encamaban. Cierta vez, exhaustos por el culeandancing, los dioses fueron sorprendidos por Helio, el Sol, quien corrió a contarle la novedad: Rengo, sentate, tengo algo que decirte.

Pasen y vean

Caliente como su fragua, Hefesto fabricó a toda velocidad una finísima y poderosa red de metal invisible. Terminado el trabajo, colgó la red encima de su propia cama. Cuando llegó Afrodita, Hefesto le cebó un par de mates y le dijo: Vieja, me voy a ir una par de semanitas de vacaciones a Lemnos, nos vemos a la vuelta. No había llegado Hefesto ni a la esquina que ya estaba Afrodita llamándolo a Ares: el rengo se rajó a la playa, te espero en casa…. Mientras los amantes se prodigaban en su propio lecho, Hefesto aguardaba tras la puerta soportando gemidos y gritos. Cuando notó que los tortolitos dormían activó la red y corrió a buscar a los demás dioses para que fueran testigos de su deshonor.

¿Y por casa cómo andamos?

Una red invisible como la del dios rengo recorre este mito: no todo lo que reluce es oro. El trono resultó una trampa para Hera, Afrodita un dolor de cuernos para Hefesto y la oportunidad una emboscada para Ares. En la última semana de la interna del MPN, conviene tenerlo presente. El carácter puede volverse autoritarismo; la simpatía, demagogia; la generosidad, corruptela. En cualquier caso, llegar al Olimpo no es nada, la cuestión es mantenerse. Que lo diga, si no, el pobre Hefesto, que subió y bajó al capricho de los de arriba. Cualquier parecido con la política es mera coincidencia.

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