Cuestión de apellido

12 noviembre, 2018
Cuestión de apellido
Azul 1903
Azul 1903

(Especial por Héctor Castillo) Para no llamar peyorativamente “indios” a los que poblaban estas generosas y ubérrimas tierras cuando fueron descubiertas por los dueños “de la civilización”, alguien instauró, mucho tiempo después, el semántico calificativo de “pueblos originarios”.

Y, ¡oh sorpresa!, ninguno de aquellos “intrépidos navegantes”, que fueron recibidos como dioses por los incrédulos habitantes del nuevo continente, lucían apellidos o nombres que eran derivados de la naturaleza.

Por eso, desde nuestro paso por la Escuela Primaria, por la Secundaria, por la Universidad o simplemente por la vida, nos dijeron, y así afirmamos, que aquellos se llamaban Colón, Pinzón, Irala, Pizarro y tantos apellidos más, y que además de intrépidos, eran ambiciosos y crueles.

Pasaron los siglos, y los hijos, nietos, choznos y demás, de esos “intrépidos”, en mayor o menor medida, sojuzgaron a los habitantes de aquellas tierras que se calificaron como un nuevo continente, y se erigieron en “supremos”.

La cruz y la espada aseguraron “esa superioridad”; y sin mediar ningún documento o derecho, se apropiaron de aquello que lógicamente no les pertenecía, porque esas tierras, esos ríos, esas montañas, esos valles tenían un dueño natural, aquellos que pasados los años y los siglos fueron llamados “Pueblos Originarios”.

Hoy, merced a la política “neoliberal”, vuelve el concepto de superioridad a nuestro diario vivir.

Es así que políticos con apellidos innegablemente derivados de algún bisabuelo, abuelo o padre, hoy ponen en tela de juicio a los “pueblos originarios”, en el ámbito de una nación que fue creada en un tiempo muy posterior a las vivencias sociales y culturales de esos “pueblos originarios”.

Ayer en el tiempo, fueron las “encomiendas”, las “misiones” y todo tipo de explotación y latrocinio, que debieron sufrir los verdaderos dueños de la tierra, a la que accedieron los “civilizadores”, por pura casualidad.

En el devenir de los tiempos, “los civilizadores” convencieron a los ingenuos habitantes de las nuevas tierras con vidrios de colores y mosquetes, y, como ocurre hoy con cierto periodismo, de que la historia la escriben los que ganan, lograron como resultado que todos reconozcamos que…. ¡eran superiores!

Y entonces, lo antinatural es encontrar en los que mandan o en los que legislan o manejan la economía en el país, algún apellido (que ni siquiera lo es), que, traducido a los idiomas “llegados”, mencionan la condición relacionada con la naturaleza del “nombrado”.

Namuncura,  Ñancu,  Paillalef; Huilipan… y tantos otros, son apellidos “exóticos”, y por lo tanto, si pretenden exigir algún derecho, deben ser expulsados de esta nación blanca (¿o aria?) por la gracia de… ¿Dios?

Te puede interesar
Últimas noticias