Hacia un Estado sin Dios, exclusivamente humano

4 noviembre, 2018
Hacia un Estado sin Dios, exclusivamente humano
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Según se está anunciando, los obispos argentinos confirmarán, en los días siguientes, que la Iglesia católica renuncia a los aportes económicos del Estado. Son, en la actualidad, unos 140 millones de pesos. Significan el 7 por ciento del presupuesto que la Iglesia católica argentina necesita para funcionar. Nada importante, menos por cierto que lo que la imaginación ciudadana tal vez determinaba. Pero trascendente en su significación.

Es obvio que el Estado no tiene por qué subvencionar iglesias. La fe, supuestamente, no necesita de auspicios estatales. Y el Estado no debe tener fe oficial, ni lo necesita, pues sus tareas poco tienen que ver con el espíritu y mucho con las necesidades materiales. Tampoco tendría por qué subvencionar otros tipos de “iglesias”. Que son paganas y un tanto mafiosas, y que se han confundido hace unos pocos años en el entramado difuso de las organizaciones no gubernamentales.

Argentina, ahora, tal vez empiece a parecerse más a Uruguay, que en términos de ciudadanía siempre fue un país más avanzado que el nuestro. Uruguay fue tan ferozmente laico que las cruces no se aceptaban ni en los hospitales, mucho menos en las escuelas. Distinto a la Argentina, que siempre olió a altares, incluso paganos, pero altares al fin.

Tal vez sirva esto que está pasando, si se confirma oficialmente. El Estado, así, no es que se ahorrará 140 millones de pesos, nada en términos de presupuesto nacional. Se ahorrará vacilaciones, culpabilidades, y hasta pecados, para emprender al fin un camino sin tutelajes que le corresponde por entero al ser humano, no a los dioses.

Rubén Boggi

 

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