Juicio político a Monzani, y fichas de afiliación para la interna del 12/8

9 junio, 2018
Juicio político a Monzani, y fichas de afiliación para la interna del 12/8
internas MPN
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El gobierno de Omar Gutiérrez parece dispuesto a profundizar su iniciativa en todos los frentes, para ganar protagonismo y ocupar eventualmente un centro de escena que le es disputado tanto en el frente interno como en el externo. Para muestra, basta un botón: hace apenas horas, se definió que el lunes, Alejandro Nicola, ingeniero de profesión y emisario directo de la gestión provincial en la municipal de Horacio Quiroga, presentará un pedido de juicio político para el presidente del Deliberante capitalino, el también ingeniero Guillermo Monzani.

Ese será el punto máximo de una especie de triunfo conseguido un poco gracias a la tozudez propia y otro poco a la distracción del adversario, cuando el jueves, en una sesión que parecía tranquila, se le presentó al MPN la oportunidad de meter una interpretación sobre los dos tercios necesarios para voltear el veto de Quiroga a la intención de retomar para los concejales la facultad de fijar las tarifas del transporte público.

El MPN transformó esa pequeña gota que horada la piedra en un manantial de grandes posibilidades para empezar a minar el poderío capitalino de Quiroga, el hombre que amenaza la continuidad del bastión emepenista en el gobierno provincial. No consiguió voltear el veto porque a Monzani no le quedó otro camino que definir a favor de su propio intendente, y enviar al archivo lo que la oposición pretendía fuera promulgado. Ahora, eso le abre la posibilidad al MPN no solo de recurrir al Tribunal Superior de Justicia, sino de pedir que Monzani haga lo mismo, pero al revés, es decir, solicitar ante la corte provincial una declaración de certeza sobre el accionar propio; y presionarlo, si no lo hace (como se prevé) con el juicio político: mucha harina para un costal que estaba flaco y poco efectivo, y ahora engorda de pronto, provocando un debate político que a Quiroga no le hacía ninguna falta.

Al mismo tiempo, Gutiérrez sigue presionando a quien se le para, con solvencia interna, enfrente, el vicegobernador rebelde y federal, Rolando Figueroa. La jugada gubernamental-partidaria es simple: alimentar la interna, el 12 de agosto, por cargos partidarios, ubicarla como primer paso inevitable hacia la de las candidaturas.

Lo hace porque piensa que la puede ganar, ayudado por la fuerza del aparato de quien maneja el gobierno. La interna por cargos de conducción en el MPN es cerrada, se hace con el padrón partidario, engordado con la presentación de 5.000 fichas de afiliación –el último 4, aniversario del partido- y con otras 5.000 que piensa el oficialismo presentar en los próximos días.

El discurso con lo que refuerza su iniciativa el gobierno, pone énfasis en una construcción, una especie de silogismo político: quien presuntamente quiere un “acuerdo de cúpulas”, es quien paradójicamente se define como “rebelde”; el mismo que se autoproclama federal, pero preferiría una negociación antes que “la elección de cada seccional para integrar la Convención”, dicen, en una casi infinita muestra de elaboración de frases que asignan fallas o culpabilidades.

¿Y qué hará ese rebelde y federal frente a este chicaneo de los últimos días del oficialismo al que una vez perteneció pero ya no pertenece?

Todavía, se dice, no está decidido del todo, pero una posibilidad que se evalúa es la de hacer un gran vacío. En realidad, más una posibilidad es una tentación. Es peligrosa, como todas las tentaciones, porque no solo podría evidenciar una presuntamente pronosticable debilidad del gobernador en una concurrencia baja de afiliados a una interna desmotivada, sino que esa eventual debilidad podría extenderse a todo el partido, ayudado por una también previsible actitud de quienes esperan vencer al MPN, en cualquiera de sus variantes.

Lo que parece cierto para un observador atento, es que el MPN camina por una delgada línea, que, aunque imaginaria, es igualmente inestable. A no ser que solamente sea una bravuconada circunstancial, hay quienes juran que están dispuestos a quebrar en dos o más partes al partido, si es necesario, para sacudirse de encima la presunta “opresión” de quienes hablan de democracia y actúan con tendencia al autoritarismo unitario.

Por todo esto, es posible que se esté a punto de ingresar en un cambalache indescifrable de consignas, eslóganes, y operaciones en redes sociales, según el cual todos son abiertos y democráticos, y al mismo tiempo, todos son cerrados y personalistas. Una especie de guerra de egos que el MPN ya ha sufrido en otras épocas, tal vez con menos chance para los opositores, y zanahorias muy inferiores a la de Vaca Muerta.

Rubén Boggi

 

 

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