Me dio positivo pero lo que pasó después fue peor

4 junio, 2018
Me dio positivo pero lo que pasó después fue peor
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El sábado por la noche decidí salir un rato con dos amigas, aprovechando que debíamos festejar el cumpleaños de una de ellas. Sinceramente, nada interesante en Neuquén. Los bares de siempre, la gente de siempre, la monotonía. Solíamos ser varios, por lo que íbamos en “manada”, pero no ocurrió este fin de semana.

Durante la “previa”, tomé un vaso de cerveza. Mientras lo hacía, se escuchaba la voz de mi papá de fondo: “Sofía, Sofía, si vas a manejar, dejá la cervecita…”, a lo que respondí cual piba superada: “Querido, por favor. Ya sé lo que tengo que hacer… Además, es un vaso, o sea”. Bueno, aparentemente somos hijos del rigor.

Salimos en el auto y yo manejaba. “Salimos un ratito, nada más”, repetíamos las tres. Primero fuimos a Morrigan: buena música y ambiente tranquilo. Tal vez, demasiado, por ser muy temprano. Cambiamos de lugar y fuimos a Irish. Un soldado cayó, y decidió irse a su casa. Quedamos dos: la cumpleañera y yo.

Lo que había sido “un ratito”, se convirtió en las cinco de la mañana y, como dije antes, nada interesante más que las risas que se generan entre dos amigas “de toda la vida”.

“Bueno, ¿vamos?”, pregunté. Coincidimos, pero tuvimos la mala idea de tomar una Corona. Y eso hicimos, y estaba deliciosa, y la disfruté tanto. En mi cabeza, tranquilidad absoluta. Es que nada malo podía ocurrir… Hasta que agarré la calle Roca, para dejar a mi amiga en su casa, y las dos observamos que había un control de alcoholemia. Semáforo en rojo antes de toparnos con el mismo.

“¡Noooo, boluda!” - le dije.

“¿Qué hacemos?, Estacioná acá nomás y bajamos caminando” - respondió.

“Na… No hay lugar, aparte no da, no da” - agregué.

Tuve peor idea que doblar a la derecha para subir por calle Rioja, y ahí estaban casi riéndose en mi cara por haberlo intentado. Buenísima jugada.

No es detalle menor que nos fuimos de Irish por la inmensa fila que había hasta el baño y ambas necesitábamos ir urgente.

Me frenaron, me pidieron los papeles que estaban todos en regla. Me preguntaron si alguna vez había hecho un test de alcoholemia a lo que respondí que no, porque era la verdad. Me preguntaron si tomé, les respondí que sí. Ya no había nada para hacer, tenían la pipeta en la mano.

“Soplá, soplá, hasta que la luz verde se apague”, me decían mientras no sabía si morir de un infarto, si hacerme pis encima o respirar.

El resultado: 0,10 gramos de alcohol en sangre. Fue la última cerveza que había tomado y pensaba “¿por qué Sofía, por qué, por qué?”. Por mi buen comportamiento y la poca graduación, tuve la opción de poder llamar a alguien para que fuera a buscar el auto y, sinceramente, los amigos que tengo estaban ebrios o durmiendo. No quedaba otra opción que darle la razón a mi viejo y llamarlo.

“Paaaaaaapi, ¿cómo estás?”

“Sofía estoy durmiendo, ¿qué pasó?”

“Pero papi, ¿todo bien?” - ¡no podía decirle, moría de vergüenza!

“Sí… ¿dónde estás?”

“¿Podés venir a buscar el auto? Te pagamos el taxi”

Hasta que fue a buscar el auto, fumé un par de cigarrillos mientras seguía hablando con quien me hizo la multa. Tuvimos una charla sobre la vida, las infracciones, la inconsciencia al volante, entre otras cosas. Yo mantuve mi humor y no fue tan difícil hacerlo, ya que pude observar gran cantidad de situaciones. Esto, fue lo peor:

(Situación 1) Pararon un auto con dos ocupantes, hombres, jóvenes. Se negaron rotundamente a realizar el test de alcoholemia. No tenían los papeles al día y, además, hicieron un escándalo para que no se llevaran el auto.

(Situación 2) La conductora de un vehículo pudo ver, como yo, que sobre calle Roca había un control. Dobló para subir por Rioja y, al ver el otro control, puso balizas y frenó. Su acompañante se cambió de lugar y comenzó a manejar el auto, mientras ella comenzó a caminar. Yo podía escuchar como los propios inspectores comentaban: “Que no se vaya, que no se vaya. Frenen el auto igual”. La llamaron para que se acerque al vehículo y le preguntaron: “¿Por qué se bajó del auto señorita?”. “Porque me voy a mi casa caminando”, respondió. Le hicieron la infracción por estar alcoholizada.

(Situación 3) Un auto quedó cruzado en medio de la calle, entre Roca y Rioja. Comenzó a dar marcha atrás mientras varios inspectores lo corrían y daban aviso a las patrullas. Se dio a la fuga, a gran velocidad.

No podía creer todo esto. Pienso que todos ellos se estresaron más que yo por querer defender lo indefendible, en vez de hacerse responsables de, justamente, la irresponsabilidad que manejamos. Sucede con esto y, supongo, que en muchos otros aspectos de la vida.

Todos los días conocemos noticias sobre choques y, en muchos de esos casos, son conductores con alcohol en sangre. No es una fantasía, es una realidad en Neuquén. No podemos no colaborar y pretender que quienes nos están haciendo la multa quieren hacernos daño. Ellos, son quienes hacen algo para que la situación cambie. Pero así seguimos, como país, criticando a todos los políticos, a todos en general, pero nunca admitiendo nuestros errores y haciéndonos cargo de ellos.

Hoy, lunes, manejo un mal humor tremendo, porque sé que tengo que pagar una multa. Pero el mal humor es conmigo, por haber tomado y manejado, cuando ya sabía que eso estaba mal.


 

Sofía Seirgalea

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