El día que Marcos Cabrera se quedó sin hogar

Marcos Cabrera salió, confundido, de la vivienda que habitaba desde hace 40 años. A sus 89 años, no entendía bien lo que pasaba. Se vio rodeado de policías, armados con escopetas, con escudos y cascos. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Preguntó, con una risa nerviosa, mientras lo sacaban tomándolo de los brazos y lo subían a una ambulancia.

“Mi perra, traigan a mi perra”, alcanzó a pedir, ya preocupado, ya casi llorando.

A Marcos Cabrera, 89 años, dos nietos de los que no se tuvo noticias, lo desalojaron de la vivienda que ocupaba, con permiso del dueño, desde hace unas cuatro décadas. La policía actuó por orden judicial. La demanda la iniciaron los hijos del dueño que había otorgado el permiso, después de su muerte.

La policía acudió al operativo “de rutina” con un par de decenas de efectivos, bomberos, ambulancia. “Este hombre vivía en estado de abandono total”, dijo el comisario Rivera. “No hay condiciones allí ni para un animal”, sostuvo.

Blanca Llanquitur, de la subsecretaria de Adultos Mayores, reveló que a la dependencia se le había avisado el día anterior, por oficio judicial, del desalojo. No estuvo de acuerdo con el operativo que se montó. Y dijo además que, lamentablemente, este tipo de hechos sucede a menudo.

Marcos Cabrera, ahora, vivirá en una vivienda alquilada por el Estado. Tendrá un acompañante permanente, designado por la subsecretaría. Y podrá estar con su perrita.

Será uno más que se agrega a una lista de 70 viejitos sin familia ni hogar, a los que el Estado neuquino atiende de manera directa, pagando alquileres y poniendo personal para atender y cuidar.

Esto ocurrió hoy, miércoles 30 de mayo, en la capital neuquina. Para la justicia, un caso más de desalojo. Para nosotros, una tremenda muestra del drama cotidiano de los que viven al margen, en el filo, casi cayéndose por un abismo lleno de indiferencia.

Rubén Boggi

(con testimonios directos del programa Afilados, por AM 550)