El dilema político, en medio de las metáforas y el temor

11 marzo, 2018
El dilema político, en medio de las metáforas y el temor
figueroa
figueroa

Hay un dilema difícil de resolver en la política neuquina: ninguno de sus principales jugadores es capaz de garantizar un resultado, cuando se habla de lo que por ahora sigue siendo lo más importante para la frágil democracia argentina, esto es, las elecciones que renuevan, cada cuatro años, la fe en el sistema, más allá de sus imperfecciones.

No hay un jugador que pueda definir por sí solo en el MPN. Tampoco lo hay en Cambiemos. Por eso cobra una creciente importancia el contexto, el panorama completo, y el rol que tendrán los equipos y las individualidades que acompañan los procesos sin la fuerza suficiente como para liderarlos, pero sí con importancia para inclinar la balanza.

Claro, es 2018. Nadie olvida esta circunstancia, pero al mismo tiempo, cuando todos indican que “todavía falta”, “es prematuro hablar”, y otras frases hechas al respecto, al mismo tiempo saben, profunda e inequívocamente, que el que se duerme, fracasará, tanto como el que se apure, vanamente ansioso.

En el MPN, el dilema principal pasa por su interna. La quieren jugar, pero al mismo tiempo temen que socave la posibilidad de competir contra el adversario externo. El sector que responde al oficialismo pleno, es decir, a Omar Gutiérrez, avanzó ya en la decisión de imponer al candidato, con cierta prepotencia, y planifica –al menos así se dice- llenar el estadio Ruca Che en una fecha no demasiado lejana.

No hay otro sector con candidato anunciado. Pero sí hay oposición al proyecto gutierrista. Esa oposición es, curiosamente, más prudente que el propio oficialismo. Anda, por ahora, llena de metáforas. No quiere lastimar, sino inducir a la herida. Por ese carril circuló la convocatoria del MAPO, revestida elegantemente, con cierto grado edulcorante, en las banderas del medio siglo emepenista. Nunca una oposición ha sido tan melindrosa en el partido provincial. Nunca el temor ha sido tan concreto y a la vez, injustificado.

El primer encuentro se concretó el sábado, en una gran globa blanca, que parecía una bandera de armisticio para una guerra que todavía no ha comenzado. Hubo una buena asistencia de referentes y dirigentes históricos muy conocidos. Fue allí Rolando Figueroa, el vicegobernador y presidente de la Convención partidaria. Mucho debate y poca eficacia en la contundencia de las palabras, la reunión del MAPO terminó con una tenue declaración que apunta centralmente a configurar la plataforma de una reforma política hacia adentro, que posibilite, entre otras cosas, que las minorías tengan una representación asegurada.

Es el temor a la declinación el que hace al MPN tan cauteloso. Por eso sus dirigentes buscarán la forma, la manera, de definir al candidato sin llegar a una interna abierta que –además- exigiría garantizar una participación amplia de la ciudadanía, so pena de dar una mala señal al electorado a pocos meses de las definiciones del año que viene.

Además, se explora la posibilidad de abrir el juego a aliados concretos. No son pocos los dirigentes que sueñan con cosechar el apoyo del peronismo, con kirchneristas y no kirchneristas. Es un espejo de lo que sucede en Cambiemos entre “puros” y “mestizos”, es decir, entre el núcleo duro del PRO y el quiroguismo: ¿hay que hacer alianzas? ¿ y cuál es el límite, si se empieza, por ejemplo, a negociar otra vez con Ramón Rioseco?

En definitiva, la convicción general es que en el tablero de votos repartidos, no hay candidato solo que aguante, si no se trabaja una estructura amplia que garantice un respaldo mayor de votos.

Por supuesto que esto se analiza cuando “todavía falta”. Sin embargo, es esa zanahoria puesta delante del burro, ese futuro inminente, lo único que moviliza las anquilosadas, temerosas, y vacilantes, voluntades políticas de este presente mezquino.

Rubén Boggi

Te puede interesar
Últimas noticias