El ojo que todo lo ve, Gardel, Lepera y el MPN

14 febrero, 2018
El ojo que todo lo ve, Gardel, Lepera y el MPN
el ojo que todo lo ve
el ojo que todo lo ve

Lo encontré en un cartel de una garita lastimosamente lastimado, y lo hice mío. El ojo que todo lo ve es así, de aparecer viendo a todos cuando todos no lo ven, no se dan cuenta que está ahí, presente. Es la encarnación del deseo permanente de la invisibilidad, casi el ideal del hombre o la mujer de detrás del poder, hacer, disfrutar, mirar, gozar, y todo a través del único ojo disimulado en el pastiche general de las cosas del mundo.

Era el día de los enamorados, que en nuestra tierra se celebra en coincidencia con el mártir San Valentín, que se pasó de piola con un emperador y así le fue: terminó decapitado, la cabeza para un lado, el cuerpo para el otro. Hay muchos sanvalentines ahora en el poder, con la cabeza en un lado y el resto de la humanidad vaya a saber por dónde, usufructuando las dificultosas mieles de la gobernación, anclada –como dicen ahora- (o apalancada) en los oscuros y profundos meandros líticos donde duerme el gas y el petróleo del futuro, que nos dará de comer, a algunos mucho y a otros poco, como siempre, porque no son los yacimientos los que nos harán libres e iguales, sino lo que hacen las bestias de dos patas, con o sin cabeza, como San Valentín.

Todo eso me decía al oído en imágenes el ojo que todo lo ve, para concretamente asegurarme que la escena de amor reconciliado que se vio en la Olascoaga era para la gilada, no para el ojo entrenado, y que tanta sonrisa gardeliana no podía ocultar esa certeza, precisamente, la de que Gardel hubo uno solo, y su existencia, tanto la real que usufructuó hasta Medellín, el avión y el fuego, como la mítica, que empezó en ese momento hasta nuestros días, presupone la imposibilidad de otra existencia coincidente, por lo que Gardel, o sonrisa de Gardel, habrá siempre uno/a, en el concepto religioso de unidad, tan discutido actualmente, y que el MPN no se bancará dos Gardeles, cuanto mucho, podrá aceptar un Lepera, siempre secundario, siempre en segundo plano, más allá de sus talentos.

El ojo que todo lo ve, me dice, también puede ver el futuro. Pero eso será parte de la segunda parte. Ya vendrá.

 

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