El MPN en su laberinto

29 abril, 2017
El MPN en su laberinto
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Ya cerca de las definiciones para encarar el año electoral, que incluirán el llamado a elecciones internas, el MPN se ha transformado en un partido multipropósito que parece pretender satisfacer a sus casi infinitas variantes ideológicas más que conseguir un objetivo concreto de política de gestión.

El MPN, no es novedad, es ubicuo, contradictorio, pluralista y sectario a la vez, según la ocasión lo demande. Pero nunca como hasta este presente, ha tirado de la cuerda de esas tendencias, de esas pulsiones, y esto es tal vez una característica nacida de la necesidad y la intención de oxigenar su propia estructura, bajo el paraguas general de la “renovación generacional”.

Hace apenas unos días, uno de los protagonistas principales del presente emepenista, comentó que el actual parnaso partidario tiene como referentes indiscutibles, tanto para sí como para afuera según las encuestas, a Jorge Sapag, Omar Gutiérrez, Rolando Figueroa y Guillermo Pereyra. Ese es el cuarteto estelar, según se aprecia, excluyendo, con toda la intención seguramente, a Jorge Sobisch.

El ex gobernador sigue voluntariamente instalado en un plano discreto, aunque cada tanto asoma para asegurar que su sector, el de la Lista Blanca, conserva un 30 por ciento de los votos emepenistas, y que por ende, no tenerlo en cuenta es más una expresión de deseos que una realidad, que no debería obviarse en el afán de ser serios.

El lenguaje oficialista del MPN elude la palabra “Sobisch”, y el dueño de esa palabra parece disfrutar una proscripción supuesta que contribuiría a agrandar sus posibilidades. Incluso se permite decir que si por alguna alquimia de la conducción partidaria quedara fuera de la competencia interna, no dudaría en participar en las elecciones que vienen, por afuera de la estructura…algo que nunca ha hecho hasta ahora.

Las tensiones internas exigen, cada tanto, la intervención de los mayores, por sobre la ansiedad de los más jóvenes. El traspaso generacional es controlado, y no lineal, tan complejo como son casi todos los procesos políticos. Por ejemplo, fue revelador el descontrol que provocaron en el frente interno emepenista las intencionadas denuncias del radicalismo, acerca del presunto manejo de fichas de afiliación. Hubo papistas, y más papistas que el Papa, todo en un frenesí que provocó finalmente la firme palabra (dicen) de Jorge Sapag, quien habría intervenido para hacer notar que se le estaba haciendo el juego al adversario.

A poco de esta situación, que revela además la fragilidad del aguante de la “nueva generación” frente a cualquier provocación pícara, comenzó a insinuarse que el candidato desde el corazón de la Casa de Gobierno para liderar la lista de concejales del MPN en las próximas elecciones capitalinas era el diputado Claudio Domínguez. El diputado protagonizó una mínima pelea retórica con el presidente de la Legislatura, y de la convención partidaria, Rolando Figueroa, en plena sesión, y esto fue suficiente para que se potenciara mediáticamente. La Legislatura es, en este proceso, un ámbito de repercusión que expone todo el tiempo las pulsiones y tensiones del MPN.

Esto, a esta altura, no puede ser una simple coincidencia, algo que el destino rige con sus caprichos insondables.

Las pulsiones reconocen también como dato relevante la actualidad petrolera. Es impresionante observar como el coto de caza de dólares se divide en sectores, cada uno con un objetivo distinto, dentro de la propia y gigantesca estructura partidaria. La última semana fue de conflicto, y el sector de Pereyra –no él, que prefiere jugar solo cuando es necesario- a través del sindicalista-intendente Marcelo Rucci, machacó sobre YPF, empresa a la que el MPN tradicionalmente utiliza como remedio para los males sociales de la provincia.

La extorsión política fue evidente, y solo la discreción mediática evitó la posibilidad de que quedara al desnudo totalmente. La conjura positiva inventada el año pasado para el gran acuerdo petrolero tuvo su primera crisis fuerte, y obligó a que fuera considerada por el propio gobierno nacional, que miró, con cierta sorpresa, cómo la ubicuidad del MPN podía estar con una pata de un lado y otra del otro. No son posturas novedosas, pero aún así siempre sorprenden, sobre todo por la tranquilidad con la que el partido provincial hace jugar a sus piezas, en medio del potencial incendio, y evitando siempre que la sangre llegue hasta el río.

Contrastó también lo ocurrido en los polvorientos caminos de acceso a los yacimientos, con la rutilante presencia argentina en Houston y después en la Casa Blanca. Por allí anduvo, precisamente, el senador sindicalista, incluso tirando consejos al estilo de “con la protesta no se llega a ningún lado”, dedicada la frase a los sindicalistas del rubro en el sur patagónico.

Fue apenas horas antes que sus propios hombres hicieran algo parecido en la explosiva región de Rincón de los Sauces.

Rubén Boggi

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