No te des por vencido, ni aun vencido...

8 marzo, 2017
No te des por vencido, ni aun vencido...
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No te des por vencido ni aun vencido, dijo Almafuerte, anticipando lo que haría el Barcelona este miércoles 8 de marzo en el Camp Nou, escribiendo de nuevo, de un solo golpe, la historia entera del fútbol, venciendo por 6 a 1 al PSG, después de haber sido vencido 4 a 0 en París.

Un partido inolvidable, único, irrepetible. El Barcelona de Luis Enríquez, siempre desparejo, siempre inestable, pero dueño al mismo tiempo de una enorme dosis de talento y funcionamiento como equipo, se había puesto 3 a 0, después que Lionel Messi convirtiera un penal. A un gol de la hazaña, que consistía en igualar el marcador desventajoso.

En ese momento, a Piquet le falló la concentración, intentó una heroica escalada, perdió la pelota, y de esa jugada en contraataque vino el gol de visitante, que convirtió el gran uruguayo Cavani. El temido gol de visitante, el que obligaba al Barcelona no hacer un gol, sino tres más.

El Barcelona perdió media alma en esa jugada. Se desinfló. Di María tuvo el segundo del PSG, que hubiera sido el definitivo. Pero, un poco por el enorme Mascherano, otro poco por mala ejecución, lo perdió, tirando la pelota afuera.

Y entonces, Neymar, ese brasileño exquisito, que había jugado mal hasta entonces ese segundo tiempo vital, se hizo dueño de un tiro libre, y colocó la pelota entre palo y travesaño, para afirmar que todavía se podía. Faltaban cinco minutos, y enseguida Suárez inventó otro penal. Neymar se hizo cargo y convirtió sin dudas. Era 5 a 1, un 5 a 5 en el global, la esperanza otra vez, aunque faltaba un gol, para romper el efecto doble del gol de visitante.

En tiempo de descuento, otra vez el brasileño. Tras un rebote, puso una pelota al corazón del área, y Sergi Roberto, que había entrado hacía unos pocos minutos, se lanzó hacia adelante y metió la pelota en el arco, el corazón en el cuerpo, la media alma devuelta al alma completa, y el Camp Nou renació, enloqueció, disfrutó de la gloria del paraíso a la vuelta del infierno.

El PSG cayó víctima de la especulación del que tenía mucha ventaja. El Barcelona ganó por magia y por no darse por vencido ni aun vencido. El fútbol, agradecido.

 

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