Cinco balazos no alcanzan para ser una víctima asistida

13 diciembre, 2016
Cinco balazos no alcanzan para ser una víctima asistida
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Magnolia Salas recibió cinco balazos de una ex pareja, policía. Lleva dos plomos en el cuerpo, que no le han podido sacar. El hombre con el que vivía fue asesinado en el mismo hecho, con seis balazos en la cabeza. Magnolia tiene 18 años, y…está sola.

Magnolia fue dada de alta el pasado domingo, y este martes, en AM 550, aclaró varias cosas que trascendieron públicamente. "Fueron cinco disparos y no tres, como dijo el fiscal; tengo 18 años y no 23 como dijo el fiscal; no fue durante una escena de sexo, como se dijo en un momento, y Alejandro (Lagos) ya no era mi pareja porque nos habíamos separado hace dos meses”, dijo.

Magnolia comentó que "esa noche estábamos haciendo dormir a "Benja” (su hijo) con Javier; él fue a la cocina a preparar unos mates cuando sentimos una patada en la puerta. Era Lagos. La tiró abajo y entró a la habitación. Primero quiso dispararle a Javi y no le salió la bala; sacó el cargador, lo volvió a colocar y le disparó a la altura del hombro. Javi se puso delante de mi nene (para protegerlo) y (Lagos) empezó a disparar a lo loco, sin medir consecuencias. Me pegó dos tiros, en una pierna y la pelvis, y me decía ‘te mato al pibe…’ mientras me apuntaba a mí y a mi nene a la cabeza. Cuando se está yendo, me vuelve a disparar; puse mi mano por delante de la cara y me la traspasó. Esa bala iba a mi cabeza. Nunca dejó de insultarme. Se fue cuando creyó que yo estaba muerta”.

Horas antes de ese episodio, Lagos había concurrido a la vivienda de Magnolia. "Tipo 12.30 fue a casa; entró como si nada y me gritó ‘¡mirá por lo que me cambiaste… por un delincuente’!, y comenzó a insultarme. Le pedí el número de teléfono a un amigo de la comisaría 16; llamé para denunciar lo que Alejandro había hecho, les dije que estaba como loco pero no obtuve respuesta”. A las tres y media o cuatro de la mañana volvió para su último acto.

También confirmó lo que en una oportunidad su hermano Pablo reveló: estaba amenazada y no quiso denunciarlo por miedo a represalias. "Se lo conté a algunas amigas pero no lo denuncié porque me amenazaba con que si lo hacía le hacía algo a mi familia. Hasta ahora le tengo miedo”, expresó.

El sábado 26 de noviembre, el cabo de la Policía Alejandro Lagos vació el cargador de su pistola 9 milímetros en el interior de la pequeña vivienda de Potente al 400 del Gran Neuquén Norte. Eran las cuatro de la madrugada y acababa de hacer un turno adicional. Seis balazos se incrustaron en el cráneo de Edgardo Javier Soto. Y otros cinco dieron en Magnolia. "Benja”, salió ileso de milagro.

La joven fue internada en terapia intensiva del hospital Castro Rendón. Superó dos paros cardíacos y fue dada de alta el domingo. Los médicos le dijeron que deberá convivir con dos balas en su cuerpo que, por el lugar donde están alojadas, sería sumamente riesgoso intenta extraerlas.

Por ahora sólo recibe la contención familiar –su hermano y su madre-. "Nadie me ha venido a ver. Los medios fueron los únicos que se interesaron en mí. Hasta mi abogado me dejó en banda. No tengo ayuda sicológica para mi bebé que obviamente ha quedado con secuelas. Tampoco me han llamado las autoridades policiales”, dijo.

La Justicia le aplicó a Lagos cuatro meses de prisión preventiva y le concedió tres meses al fiscal para que cierre la investigación. Pero a Magnolia nadie la fue a ver. Ninguna organización de ayuda a la víctima se acercó a su casa. Parece que no alcanzan cinco balazos, ni el formal cartelito de violencia de género. Parece que hay mucho de impostación y poco de realidad en tanto desvelo para la galería.

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