Los energéticos calores del fin de año
Esta semana comenzará la última negociación del año con los gremios estatales el gobierno de Omar Gutiérrez. Todos miran a diciembre: será el mes de las últimas licitaciones de obras públicas prometidas que se demoraron casi increíblemente, el de la posible firma del “gran acuerdo” petrolero, el del comienzo de una nueva posibilidad (Eximbank de China) para Chihuido. El mes en el que se cumple el primer año de gestión. El mes que puede producir ajustes y cambios en los equipos gubernamentales. El mes que terminará de perfilar cómo se organiza la política neuquina para encarar el año electoral.
La semana mostró una característica acentuada de los tiempos presentes en el comportamiento político. La larga permanencia de la democracia ha servido para algunas cosas, y entre esas cosas está la de avanzar en la pericia para separar el interés común del partidario-sectorial. Esto se vio con mucha claridad en ese novela de final anunciado, con cargado dramatismo, que fue la aprobación del incremento tarifario de 40 por ciento para el servicio eléctrico que presta, como concesionaria del Municipio, la cooperativa CALF.
El incremento fue aprobado por una mayoría indiscutible, con la convergencia del MPN y Cambiemos. Los rivales electorales que el año próximo se enfrentarán a cara de perro, fueron juntos en un tema que es claramente antipático para cualquier político argentino, más allá de las razones que se esgriman y de la justicia que involucre. A nadie le gusta votar aumentos que afecten el bolsillo de los ciudadanos. ¿Por qué fue tan clara esta decisión? Es una pregunta que no puede responderse con sencillez, pues no hay una sola razón para esa unanimidad que solo dejó afuera a partidos políticos de minorías, que después juegan , generalmente en tiempos electorales, amparados dentro del paraguas de algunos de los dos grandes sectores.
La primera razón es técnica: el incremento tarifario se basa fundamentalmente en un incremento de los precios de la electricidad que CALF compra. Es un argumento de una conmovedora sencillez, que no fue refutado por nadie.
La segunda razón es político-económica: en temas de desarrollo, hay muchas coincidencias entre el MPN y Cambiemos. Las inversiones que tiene que hacer CALF, por sí o por terceros (con financiamiento nacional y provincial) son principalmente de infraestructura. Quiroga sabe que sin energía, la ciudad paraliza su crecimiento o entra en colapso. Es el mismo razonamiento político que se aplica al tema petrolero, y por eso Quiroga respalda a Gutiérrez en el reclamo por la continuidad de un precio sostén para el barril del petróleo. Son casos comparables: en el tema eléctrico, es necesario mantener tarifas competitivas; en el tema petrolero, se necesita precios atractivos para sostener producción e inversiones, y fundamentalmente, para sostener a YPF...pues sería una gran paradoja “recuperar” una petrolera para que se caiga a los pocos años por obra y gracia de la impericia nacional.
La tercera razón es político-partidaria: CALF es la institución no política más importante para la política capitalina. La negociación en ese rubro implicó la integración de una lista de unidad, como ya se dijera en esta columna de análisis periodístico, que incorporó a la conducción de la cooperativa a referentes de Cambiemos y del sindicalismo estatal, además de ampliar y consolidar la representación del MPN. En este rubro desagregado del contexto técnico, que tiene que ver con el valor social de una institución arraigada en la comunidad, han influido directamente tanto el gobernador, Omar Gutiérrez, como el intendente capitalino, Horacio Quiroga.
Esto se ha dado en un momento clave. El gobierno de Omar Gutiérrez, en la última cumbre que tuvo con el presidente Mauricio Macri, dio un paso importante hacia el reconocimiento de la importancia de mantener precios altos, tanto para el gas como para el petróleo. Hay una media palabra a favor, aunque esto implique que la ciudadanía “banque” a través del consumo directamente la supervivencia de YPF en un mundo absolutamente competitivo, frente a empresas petroleras que tienen espaldas mucho más anchas y que son, en todos los casos, menos contemplativas con las repercusiones sociales indeseables que tiene la caída de la actividad.
Gutiérrez espera que se firme ese “gran acuerdo” con eje en un sendero de precios previsible, con sostén hasta el 2020, una base más sólida para garantizar la puesta en marcha del potencial de Vaca Muerta, o para decirlo más claro, para que lo que empezó no se detenga, y sea incluso reforzado por otras inversiones, con más pilotos de shale, de tight e incluso de convencionales.
Mientras esto ocurre, el gobernador no descuida el plano estrictamente político de su gobierno, en donde las dificultades asoman por el lado de la eficacia o ineficacia del funcionamiento del aparato estatal, el más grande de la República Argentina, el más complejo, sin duda, y ciertamente, el que más se presta para que mucha gente haga la plancha al amparo de la comodidad del sistema.
Hay, por ese lado, una tensa actitud y promesas de mejoras, aunque esto implique ser impiadoso con los propios. En el fin de semana de la Fiesta del Chivito, entre la humareda de los múltiples asadores, las canchas de fútbol que incesantemente se inauguran, Gutiérrez y el vicegobernador, Rolando Figueroa, tuvieron sobre sí una atenta y no muy prevista lupa de todos los analistas políticos neuquinos, sean del MPN, de otros partidos o del periodismo.
Bastó para eso saber que Gutiérrez llegaba a la ocasión mascullando el descontento hacia algunos funcionarios, y que Figueroa hubiera expresado, en una escuela, que “no merecían” su cargo aquellos funcionarios que no eran capaces de asegurar el servicio de transporte escolar. Se percibió inmediatamente que Chos Malal sería esta vez un corral amarillo con potente contenido político, estrictamente coyuntural, con posibilidad de que se definieran algunas cuestiones trascendentes.
Rubén Boggi
