Trump (y no Dios) es Argentino

18 octubre, 2016
Trump (y no Dios) es Argentino
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(Por Norberto Masso, desde EE.UU.).-  RENO (sí...la ciudad donde mataron a Ringo). A tres meses de vivir en este país tan multifacético como descomunal, resulta inevitable para este periodista encontrar analogías entre la presente realidad política estadounidense y la que se vive en Argentina, país con el cual, como bien decía Borges, la mejor relación que se puede tener es  la nostalgia.

A veintiún días de las cruciales elecciones presidenciales del 8 de noviembre, la polarización entre los seguidores de los dos principales aspirantes a habitar la Casa Blanca, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, parece afianzarse día a día, anunciando un final tan “cabeza a cabeza” como el de Macri-Scioli de diciembre pasado. Así al menos lo predicen las contradictorias encuestas que semana tras semana surgen como los hongos aparecidos después de las últimas lluvias otoñales caídas por  estos días sobre la Sierra Nevada.

Una mañana uno se desayuna con un sondeo del conservador Wall Street Journal que le augura a la señora Clinton once puntos de ventaja sobre Trump. Dos días después, el liberal The Washington Post baja esa diferencia a 4 puntos y finalmente, hace unas horas, otra encuesta, esta vez de la exclusiva Universidad del Sur de California, pone al magnate a poco más de un punto de distancia de su rival.

Con este festival de guarismos, uno queda tan perplejo como el presidente Barack Obama el jueves pasado en Ohio cuando exclamó: “I’m sorry...what happen...?”, algo así como "perdón...cuál es?"

Mientras la Asociación de Psicólogos de este país acaba de declarar que la proporción de estadounidenses “estresados” por las elecciones araña el 60 por ciento, Donald Trump cabalga airoso sobre la ola como un surfista  adolescente en la soleada Malibú, demostrándonos a todos que la incontinencia verbal, más que un trastorno de la comunicación, parece ser un logro de la estrategia digno del mismísimo Sun Tzu.

Circula entre los demócratas un chiste que dice que el candidato republicano sabe que perderá en noviembre pero igual sigue en campaña para, precisamente cuando pierda, poder echarle la culpa de su derrota a todo el mundo, pero en particular a los medios de comunicación que -gusta decir- “le envenenan la mente al electorado”.

Por eso el título de este despacho, el cual es fruto de la absolutamente subjetiva impresión de este escriba que mira con ojos, por ahora extranjeros, la realidad política americana (permítaseme el provocador gentilicio).

Ya sea en un acto partidario o frente al primer micrófono que se le pone a tiro, Trump se comporta como si la noche anterior hubiese leído el manual de estilo del conspicuo político argentino. Y este modus operandi parece ser lo inédito en la forma clásica de hacer política en los Estados Unidos.

Trump salta por encima de todos los códigos que distinguen a un gentleman e insulta descaradamente a su adversaria llamándola “Crooked (torcida) Clinton”, hasta se ha mofado impiadosamente de sus dolencias físicas parodiando su desmayo del 11 de septiembre pasado. Tilda de “animales” a sus seguidores e incita a enfrentarlos sin piedad. Denuncia un sórdido complot de los medios de comunicación para evitar que él gane las elecciones y hasta convoca a una suerte de insurrección popular en caso de que pierda, mientras asegura, sin que se le mueva un pelo de su armado y estrambótico peinado, que en los próximos comicios habrá fraude (si pierde, obvio, si gana parece que no).

Este inventario de provocaciones, invectivas y teorías conspirativas lanzadas “al voleo” se ven como coloridas postales de cualquier elección argentina pero, y lo que es peor, parecen haber surtido efecto: el electorado estadounidense aparece hoy dividido en dos bandos irreconciliables separados por unos míseros puntos de diferencia. La “grieta” en versión Metro Goldwyn Mayer con el funesto agregado de la violencia que ha aparecido en los últimos días y que amenaza con empañar la fiesta de la democracia que supone toda elección presidencial.

Para terminar, que Trump parece argentino no es un invento de este corresponsal. El centenario diario californiano The San Diego Union-Tribune, comparó hace poco al millonario candidato nada más y nada menos que con Cristina Fernández de Kirchner, advirtiéndole a sus lectores: “no podemos correr ese riesgo”.

Lo único que le falta a Trump un día de estos es lanzar un sonoro “let’s go for everything” y esto no necesita traducción.

PD: Estas notas estarán cerradas a comentarios. La democracia da derechos, no el anonimato.

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