Difícil equilibrio del gobierno en el hervidero del MPN

8 octubre, 2016
Difícil equilibrio del gobierno en el hervidero del MPN
frigerio-neuquen
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El gobierno de Omar Gutiérrez tiene recién en octubre lo que esperaba para febrero de este año: un precio más alto, consolidado ahora ya sin nubarrones judiciales a la vista, para el principal producto energético que puede producir en la actual coyuntura, el gas. Según confirmó el ministro de Economía, Norberto Bruno, el precio promedio en boca de pozo se ubica entre los 5,10 y 5,30 dólares el millón de BTU.

Es el mejor centro a favor de la provincia que pudo patear el gobierno de Mauricio Macri, finalmente, tras tantas idas y vueltas, errores, repetición de errores, correcciones, discursos, planteos judiciales y superación de estos planteos mediante el trámite (que volvió a demostrarse, es solo un trámite retórico) de las audiencias públicas que fija la Ley. Con este precio en firme por primera vez en la gestión, Gutiérrez no solo podrá esbozar el presupuesto del año que viene, sino que podrá alentar la idea de que aumenten los recursos después de una lenta agonía de incremento en los gastos sin correspondencia real en los ingresos públicos.

La buena noticia, confirmada tras el discurso de Juan José Aranguren como presentación de las nuevas tarifas, que aplicarán las empresas a los usuarios residenciales del servicio de distribución del gas, se equilibra con una situación todavía incierta en lo que hace a la resolución del enigma petrolero. En el rubro crudo no convencional, las empresas exigen reducir impuestos (Ingresos Brutos, quieren pagar máximo 2%) y regalías, que pretenden bajar de 12 por ciento a 8. Al mismo tiempo, se prepara el acuerdo para un convenio colectivo de trabajo específico para el desarrollo del tight y shale, que impondrá una reducción de costos laborales.

Reducir los costos para acomodar la producción a los precios internacionales vigentes, es un tema que estuvo entre ceja y ceja del gobierno nacional apenas asumió, en correspondencia con lo que le decían las empresas petroleras a Aranguren, en esas charlas sin disimulo alguno en las que se habla a cara de perro. El contexto explica muchas cosas. Por ejemplo, el tiempo extra que está dispuesto a jugar el senador Guillermo Pereyra como secretario general del gremio petrolero. El sindicato que conduce el neuquino es el único dique que contiene un posible colapso del sector por la alta conflictividad de los sindicalistas ubicados más al sur en el mapa. Pereyra aceptó seguir otros cuatro años porque sino el sindicato se dividía inevitablemente, ante la tensión en la segunda línea, allí donde debaten  sus ambiciones Astrada y Rucci, laderos del senador nacional que solo aceptan subordinación ante su figura.

Gutiérrez podrá ahora, en un escenario un poco más tranquilo, recuperar la concentración en sus planes. El MPN es un hervidero. La tensión entre el sapagismo vigente, el nuevo oficialismo renovador que pretende crecer, y los sectores que amenazan con romper, como por ejemplo el que lidera con la Lista Blanca Jorge Sobisch, no garantizan tranquilidad, sino todo lo contrario. En el contexto de los dineros escasos, todo se potencia: la importancia de mantener a los gremios controlados, y de no dejar de abastecer el mecanismo de asistencia social en los sectores marginales de la población sin sucumbir a la tentación de no tocar esos mecanismos, teñidos de corruptela, en medio de la pobreza incrementada por un año muy malo, es evidente.

El gobierno, según parece evidenciar su conducta, aguanta la presión con la idea de llegar a fin de año sin hacer demasiadas olas. En el período estival, tal vez se podrá respirar con mayor alivio, si los recursos, como se prevé, comienzan a crecer gradualmente. Será el momento entonces de ratificar intenciones que se amagaron. Introducir algunos cambios que se ven como inevitables, pero que al mismo tiempo necesitan cierto consenso en el equilibrio inestable del MPN.

Serán los meses, también, en los que la oposición aumentará su disidencia con posiciones y políticas del oficialismo. Porque el año electoral, ya en calentamiento lento, producirá este efecto inexorable. Cambiemos, conducido por Horacio Quiroga, ya comenzó su construcción provincial, armando las mesas de San Martín, Junín y Villa la Angostura. Al mismo tiempo, el ala peronista comenzará su trabajo de definiciones en el armado de opciones electorales, en el que se mantienen firmes sectores como el conducido por el parlamentario del Mercosur Ramón Rioseco, y la intendente de Zapala, Soledad Martínez, más la mano siempre a tener en cuenta de Mariano Mansilla, como estratega de una gran opción frentista para el 2019.

En el MPN se evalúa cómo llegar mejor a este escenario de confrontación que se acerca. El gobierno respalda fuertemente la estrategia de capacitar cuadros políticos partidarios. Allí lo tiene muy activo a Osvaldo Llancafilo, un dirigente que ha conseguido ubicarse en un rol protagónico en el esquema de construcción de un espacio renovado para el actual oficialismo, y que anima frecuentes reuniones de capacitación política, una verdadera escuela armada para revitalizar la energía partidaria.

Con todos los factores jugando de manera simultánea, es el económico el más relevante para la coyuntura. Por ahora, al MPN parece convenirle mantener sus relaciones carnales con el macrismo. Pero guarda celosamente la espada de la independencia política para desenvainar apenas comience la competencia. Allí, el MPN jugará su ubicuidad, esa habilidad alimentada por los años de experiencia en el gobierno, para sostener esa carnalidad sin entregar demasiado, y al mismo tiempo, sin perder sus beneficios.

Rubén Boggi

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