Neuquén, perpetua búsqueda del paraíso

20 septiembre, 2015
Neuquén, perpetua búsqueda del paraíso
omar gutierrez
omar gutierrez

La primavera neuquina llega con la lluvia del Niño más húmedo de los últimos ciclos meteorológicos, en una provincia en donde la sequía en algunos recovecos económicos estatales  empieza a distorsionar relatos y confundir mensajes. Contraste entre la madre naturaleza y el artificio tecnológico humano, la situación es cruzada a la vez por la marea electoral de un año para el olvido en la accidentada democracia argentina. El año en que más elecciones hubo, y en el que al mismo tiempo se empezó a perder la fe en ese mecanismo, tan elemental, y a la vez tan complicado, que puede ser alterado, engañado, mentido, estafado.

En este contexto, aumenta día a día la expectativa por el nuevo método de boleta única electrónica, que debutará en el distrito político más importante, la capital. Es una prueba de tremenda importancia, porque es mucho lo que está en juego. Entre otras cosas, el resultado indicará cómo se posicionan los sectores frente al gran desafío de la continuidad hegemónica de un modelo político-económico encarnado por el MPN. Los ciudadanos capitalinos decidirán si le siguen poniendo un relativo freno, jugando al juego que se ha jugado en este país centralista entre el distrito porteño y la provincia de Buenos Aires; o si por el contrario reafirman una fe casi religiosa en el partido que pretende conducir un nuevo y por ahora complicado renacimiento petrolero.

¿Será ese resultado con diferencia lo suficientemente importante para el ganador, que elimine las posibilidades de poner en duda lo que, en lo concreto, es una primera vez para una modalidad tecnológica de voto? Porque si es ajustado, la experiencia de este año indica que será cuestionado, posiblemente apelado ante la Justicia, y resuelto después del mismo día en que se vote, como ya pasó en Plaza Huincul, como está pasando en Tucumán, aclarando de paso que en Plottier esto no sucede porque en definitiva no hubo ganadores ni vencidos para el MPN, que está seguro de tener un municipio para sí con cualquiera de los dos que compitieron, Andrés Peressini y Julieta Corroza, separados apenas por 39 votos en dos versiones de una jugada imbricada con la interna emepenista.

Lo cierto es que a la fragilidad desconfiada del sistema electoral argentino, se le suma la coyuntura económica, ciertamente complicada, sin que esto signifique ningún desastre inmediato, ya que el MPN tiene sobrada experiencia en el manejo de crisis o mermas presupuestarias, y la oposición misma descansa en esa experiencia, hasta con un suspiro de alivio, porque puede seguir criticando, o aun criticar más, sin necesidad de aportar nada más que una visión distinta acerca de ese manejo.

En el Municipio capitalino no hay crisis financiera, pues hay que reconocer que la administración actual se ha manejado con un criterio presupuestario atinado, preservando el tema gastos, y aceitando la cuestión recursos. Es un dato objetivo, aunque también se critique al gobierno de Horacio Quiroga en este aspecto, por ejemplo, al indicar que “sub-ejecuta” el presupuesto (es decir, planifica gastos que después no concreta). Además de esto, hay una vasta exposición de rumores acerca del uso del aparato estatal en beneficio de empresas, cuyos propietarios siempre tendrían que ver con mandamás del poder político comunal de turno. No es el MPN el abanderado de estas críticas, pues posiblemente desataría lo mismo que con el escándalo (Fernando) Niembro a nivel nacional, es decir, una sospecha generalizada sobre el poder político y el uso argentino del mismo. Para decirlo con un refrán, el muerto no se puede asustar del degollado.

Mientras la expectativa electoral alienta pocas esperanzas para quienes pretenden romper el estatus quo gobernante neuquino, arrecian las versiones acerca de la futura integración del Gabinete del gobernador que asumirá en diciembre, Omar Gutiérrez. La verdad es que no habrá grandes sorpresas, dicen todos, entre funcionarios que continuarán, otros que fueron y que podrán volver a ser, y alguna que otra incorporación virginal. La característica del gobierno de Gutiérrez será garantizar la continuidad solo con retoques innovadores, una gestión condenada de antemano a un período de transición, que tendrá que focalizarse en manejar con habilidad los recursos, morigerar el gasto, y definir si aspirará o no a un segundo mandato, tema político trascendente en Argentina en función de esta réplica berreta del sistema norteamericano que consagró la reforma constitucional del ’94.

Gutiérrez, por ahora, busca los dólares que permitirán financiar el déficit. En Estados Unidos y en Gran Bretaña, dos países centrales que entienden la solidez neuquina en función del reservorio de gas y petróleo de Vaca Muerta, donde además tienen intereses concretos. Los bonos hasta 350 millones de dólares serán colocados, sin duda, posiblemente a una tasa de interés que será inferior a la que puede conseguir el ministro Axel Kicillof para su propio Tesoro, aunque igual más cara que la que pueden negociar otros países del continente (no otras provincias de Argentina), en razón del gran desatino internacional que ha supuesto la gestión de Cristina Fernández, al menos para el mundo de las finanzas internacionales.

Gutiérrez, el MPN, y por ende Neuquén, se concentrarán en las posibilidades inmediatas de aumento de producción de gas, con precios competitivos y atracción concreta para inversores. Si, como ha prometido el embajador ruso Víctor Koronelli esta semana, se concreta el comienzo de Chihuido I, se habilitará para el período hasta el 2019 otro poderoso motor económico, de la mano de la industria de la construcción. Puede balancear Neuquén con esto la caída petrolera, pues la inversión supera los 2 mil millones de dólares, con muchas fuentes laborales, y movidas extraordinarias, como por ejemplo la mudanza de poblaciones que quedarán bajo las aguas, con edificación de nuevos pueblos a la orilla de lo que será el gran lago del norte y centro neuquino.

Así, en Neuquén siempre hay un paraíso detrás de cada infierno circunstancial. O por lo menos la promesa de tal cosa. Un mecanismo simple, el mismo que ha motivado a la humanidad entera, durante milenios.

Rubén Boggi

(Foto Eugenio Gravina)

 

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