Posibles vías para un ajuste inevitable

30 agosto, 2015
Posibles vías para un ajuste inevitable
Quiroga-Sapag
Quiroga-Sapag

Las primeras evidencias de la burbuja de la expectativa Vaca Muerta, ya pinchada, comenzaron a hacerse notar en el escenario político de la coyuntura, distinguido una vez más por lo electoral. El gobierno de Jorge Sapag salió a enfrentar lo incontrastable, con conceptos lógicos aunque no novedosos acerca de los gastos que debe cubrir y que –estrictamente- no le pertenecen como obligación inherente a su propia administración.

La oposición –focalizada en esta instancia en la alianza construida de ocasión para la candidatura a la reelección de Quiroga- salió a reforzar su convicción de que el gobierno provincial gasta mucho y mal, y que allí está la principal causa del desorden que se avizora en la economía neuquina.

Más allá de lo que aparece en la superficie y que todos por ende comparten, con las diferencias de criterio propias, lo sucedido a partir de las palabras pronunciadas por el gobernante Jorge Sapag induce a pensar que en realidad lo que está señalando son las posibles vías de ajuste, sea este blanqueado como tal o no, dada su mala fama mediática, debida en gran parte a los residuos de la década neoliberal menemista y la década que le siguió, la del populismo estatista de distribución generosa, que contribuyeron a crear un nuevo lenguaje acerca de lo que está bien y lo que no lo está.

Está, por ejemplo, el caso del Instituto de Seguridad Social del Neuquén. El ISSN es prenda de canje posible con los sindicatos estatales, y a la vez, por el déficit que provoca la caja de jubilaciones, que tiene atrasado el régimen de aportes, un estigma para las cuentas públicas que se acrecienta y evidencia con más fuerza en épocas de vacas flacas, o pinchadas. Es, por ende, una posible vía de ajuste, no por el lado de las privatizaciones (mala palabra), sino por el costado de la mayor presencia administrativa y política de los sindicatos del Estado.

Está también el otro caso crónico, enumerado por el Gobernador en la lista de cargas pesadas para el Tesoro, el de los municipios deficitarios. Como se sabe, el gobierno provincial destina todos los años cuantiosas sumas al pago de salarios y aguinaldos de municipalidades que no pueden cubrir esa mínima obligación. La patética situación administrativa que esto muestra, ha sido una y otra vez evaluada desde el Estado, buscando pactos fiscales, compromisos escritos y hasta medidas coercitivas, en procura de dominar el afán demagógico que parece indomable, de llenar las Comunas con empleados, para satisfacer la demanda laboral clientelar de los que buscan vivir a costillas de las campañas políticas, a falta de otra salida laboral. Pero lo cierto es que solo cuando las faltriqueras adelgazan es que se piensa en algo un poco más drástico. Deberían prepararse, pues, los intendentes, porque la pinchadura de la burbuja puede hacer pasar el ajuste por ese costado, con mayor o menor disimulo.

Es previsible también que la necesidad de ajuste (perdón por usar la palabreja, pero no hay otra) pase por el casi infinito mar de los proveedores del Estado, que se acomoda, como una medusa gelatinosa, al continente estatal: si este es generoso, proliferan los dispendios; si pasa a ser amarrete porque hay menos plata, todos aprietan los dientes y cinturones, mascullando el disgusto pero sin sacar los pies del plato, pues ya vendrán tiempos mejores.

Aumentará, también es dable pronosticar, el nivel de la exigencia federalista, que el MPN saca a relucir cada tanto de su valija ideológica, poblada de conceptos de ocasión. ¿Cuánto nos robaron, cuánto nos deben, cuánto nos postergaron? El clamor podría crecer en decibeles, de acuerdo siempre con la coyuntura nacional y según pase lo que tendrá que pasar el 25 de octubre, con segunda vuelta probable en noviembre.

Así, la reciente exposición de posturas, con un gobierno que les recuerda a todos que si el Estado pierde recursos sufrirán muchos, no solo quiénes lo administran; y una oposición que se muestra como el ejemplo de que si otros fueran los gobernantes, menos problemas habría; no hace más que configurar el escenario de estrechez, ya aceptado, devenido de la caída sostenida del precio del petróleo a nivel internacional, la pinchadura de la burbuja de expectativas inmediatas de Vaca Muerta; y por supuesto, las nuevas estrategias políticas que generará este escenario, ya experimentado en otras ocasiones recientes de la Provincia.

En este contexto, esa palabreja, ajuste, estará presente, se pronuncie o no el temible sonido que dictan sus tres sílabas inquietantes.

Rubén Boggi

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