Duele la derrota, pero es inapelable

4 julio, 2015
Duele la derrota, pero es inapelable
mascherano
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Fue una derrota dolorosa. Como la caída del alto edificio del ego que tan bien sabemos construir los argentinos. Por penales, inapelable: 4 a 1. Chile consiguió la gloria de ser campeón de América por primera vez. Argentina seguirá penando la imposibilidad de romper su racha perdedora de finales, con más de dos décadas.

Fue necesario llegar al final más doloroso. Jugar primero 90 minutos, después el alargue. Todos difíciles, peleados, con la selección chilena manejando el juego, con la argentina apostando a una jugada desequilibrante de sus ases principales. La tuvo en el último segundo del tiempo de juego, pero a Higuain le faltaron 10 centímetros para meter la pelota en el arco, tras buena sincronización en ataque de Messi y Lavezzi.

No hubo muchas más. Antes, un cabezazo de Agüero tras centro de Messi, que Bravo, un arquerazo, rebotó hacia afuera. Chile tampoco tuvo muchas. Una, fundamentalmente, por el único error de Mascherano, que terminó fusilado y con lágrimas en los ojos, que aprovechó Alexis Sánchez aunque sin puntería: la pelota se fue por encima del travesaño.

Chile anuló a Messi. Lo marcó disciplinada, impiadosamente. Lo anticipó, lo trabó, lo fauleó. No fue un solo jugador, sino varios. Fundamentalmente, Díaz y Medel. Ganaron el duelo. Los luchadores pudieron más que los creativos.

Argentina llegó a los penales ya sabiendo que había perdido con el empate. Lo corroboró el resultado de la ejecución de los 12 pasos. Los chilenos fueron implacablemente precisos. Los argentinos no, con la excepción de Messi.

Otra final, aunque esta muchos la daban por ganada. Y por eso duele el doble. Porque no solo se perdió un partido, sino que también se perdió la oportunidad de ser realistas, tranquilos, menos pasionales y más pensantes. Esta vez no fue una cuestión de huevos, sino de neuronas. Y por eso nos duele el doble, por eso nos duele tanto.

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