Descalificaciones, vende humo y otras mentiras

26 junio, 2013
Descalificaciones, vende humo y otras mentiras

Las frases hechas, tipo eslóganes, suelen suplir en el ejercicio retórico de la política a las ideas y propuestas concretas. Aquí, algunos ejemplos escuchados en la última campaña electoral:

No respondemos agresiones ni descalificamos a nuestros adversarios. Si hay una frase mentirosa, es esta. En las últimas horas se jugó a la retórica hiriente como nunca. Por ejemplo, el intendente Horacio Quiroga dijo que la música del saxo no lo ponía nervioso, rebajando al candidato del MPN, Pablo Bongiovani, a la categoría de aficionado musical y aspirante a político. Y el gobernador Jorge Sapag, le aconsejó ir al psicólogo al Intendente, y que se dedicara a resolver los problemas de la ciudad en lugar de hablar tanto del Gobernador. Después compartieron un acto…

Una cosa es el centro, y otra los barrios. ¡Chocolate por la noticia! Es así en la mayoría de las ciudades. En Neuquén se machaca con la idea de que a la diferencia geográfica y urbanística, se le agregan previsibles diferencias sociales. Quienes hablan de estas cosas lo hacen con el entusiasmo de quien ha descubierto la pólvora y obtenido el primer estallido.

Los cambios en la política deben ser protagonizados por la gente. Así es. A no ser que voten los chanchos, las ovejas y los caballos, será la gente la que provoque cambios para bien o para mal, en el sistema democrático de representación indirecta que consagra la Constitución argentina.

Tal cosa (negativa siempre) es un ejemplo de la vieja política. Esta afirmación se hace a cada rato, o mejor dicho cada vez que alguien quiere descalificar a otro presuntamente por el hecho de representar algo pasado de moda. Sin embargo, la política es ciertamente vieja, y no se termina de entender qué se quiere decir cuando se le endilga a esa propiedad una connotación negativa per se. Tal vez debería tomarse en cuenta a José Hernández, cuando le hace decir al viejo Vizcacha que “el diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo”.

Ese es un vende humo. La figura del “vende humo” (por vendedor de promesas, invenciones, futuros improbables) se actualizó en estos tiempos, sacada del arcón de los abuelos, ya que se usaba a principios del siglo pasado en el lunfardo habitual de los porteños. En la campaña política actual, tuvo distintos referentes, porque, obviamente, le calza bien casi a cualquiera.

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