Neuquén entra en una fase clave

16 diciembre, 2012
Neuquén entra en una fase clave

Entre los costos que calculan los gobiernos para el próximo año, figura en los rubros principales el que insumirá mantener la relativa paz social. Es un concepto que los economistas no incorporan a su léxico, y que no figura como tal en las leyes de presupuesto. En la concepción corporativa de la democracia, que sigue prevaleciendo en Neuquén, implica centralmente lo que se gastará para mal asistir a pobres y marginales, contentar a los sindicatos, no pelearse con la Iglesia, y contener más o menos felices a los empresarios.

El de la paz social es un concepto difícil, ciertamente arbitrario, que fue utilizado machaconamente desde el 2007, para diferenciar al gobierno de Jorge Sapag –reelegido en 2011- del anterior de su colega del MPN, Jorge Sobisch. Implica el famoso “cambio de estilo” emepenista, una variable más de la alternancia dentro del mismo molde: en vez de confrontación, negociación; en lugar de cara de perro, sonrisa y alegría.

Pero los tiempos cambian, y la sustentación del estilo del cotillón de fiesta suplantando las máscaras antigases de la policía, parece que ya no va. Fundamentalmente porque los recursos para pagar ese estilo se han ido reduciendo, por una multitud de factores políticos y económicos. Además, las corporaciones gremiales han ido variando en sus integraciones internas y necesidades políticas. En definitiva, es otro el escenario, por lo que la “paz social” dará lugar probablemente a algún otro eslogan superador, sin que esto implique de vez en cuando que vuelva, como latiguillo del pasado, adobando algún discurso o alguna bajada de línea circunstancial.

Mantener el estado de bienestar, aunque esto también sea relativo, para quienes gozan de la condición de clase media, al menos, en la provincia, es muy complicado. Debe considerarse, por ejemplo, que el Instituto de Seguridad Social del Neuquén (ISSN) maneja un presupuesto de más de 3,3 mil millones de pesos, para afrontar jubilaciones y prestaciones sociales.

El ISSN es una institución acotada en sus gastos de personal, ya que tiene solo 1050 empleados, pocos al lado de otros organismos del Estado que sorprenden por ser supernumerarios. Pero sus servicios son cada vez más caros, las exigencias que recibe cada vez mayores, y la osadía demagógica que suele pretender aportar servicios desde la política sin prever de dónde saldrá la plata para hacerlos posible, es incesante.

El del ISSN es solo un ejemplo. Están las “empresas” del Estado, como el EPEN ó el EPAS: servicios esenciales como la provisión de electricidad y de agua y saneamiento. Neuquén ha enarbolado con orgullo el hecho de conservar esos servicios en manos del Estado, superando las privatizaciones masivas de la década del ’90 del siglo pasado. Pero cuando el Estado debe restringir el gasto, asoman los defectos: deudas que no se pagan, tarifas inconducentes (el agua en Neuquén se cobra más o menos a la mitad de la tarifa que se aplica en Río Negro, y hay un alto porcentaje de usuarios que no paga), conflictos que provocan situaciones muy peligrosas, como el apagón que sufrieron San Martín y Junín de los Andes, atribuido al enfrentamiento entre el área que conduce el ministro Guillermo Coco y el gremio ATE, dividido en una interna, que pelea porque es virtualmente la conducción del EPEN.

El apagón fue atribuido a un sabotaje (una cadena sobre la línea de alta tensión entre Alicura y la estación Pío Protto), y el sabotaje tiene dos versiones: el gobierno, que sugiere sin afirmarlo que fue provocado por sicarios del gremio; y el gremio, que dice que fue un auto-sabotaje a cargo del gobierno precisamente para culpar al gremio e incidir en la presión para que se acepte la oferta salarial de 25 millones de pesos de incremento global.

Desde el gobierno, se describe la interna en ATE como la causante del conflicto en el EPEN. Se sostiene que hay diferencias entre Carlos Quintriqueo y Marcelo Severini, por un lado, con el sector que comandan Alfredo Marcote y Raúl Dobrusin, por el otro. Como diferencias se entienden razones varias que hacen a la siempre confusa relación corporativa, entre un gobierno que siempre ha sido del MPN, y un gremio que siempre ha negociado no solo reivindicaciones, sino cuestiones que hacen al poder político y de conducción de áreas del Estado.

Esta situación conflictiva con la que cierra el año, a la que se agrega el conflicto con el gremio docente, ya con la nueva conducción encabezada por Daniel Huth, son apenas muestras de lo difícil que será, desde el punto de vista presupuestario –el cálculo de costos- proyectar la paz social para el 2013 que ya empieza. Un año, además, electoral, en el que si bien no se pone en juego ningún Ejecutivo, sí se produce la siembra para ello, a partir del éxito o del fracaso en los comicios parlamentarios.

En el almuerzo del Día del Petróleo, organizado por el IAPG y concretado en el restaurante de la bodega de la familia Schroeder, el gobernador Jorge Sapag profetizó que el año 2017 florecería el renacimiento petrolero y gasífero en Neuquén, con la duplicación de producción y el consabido derrame de beneficios. Lo difícil, admitió el mismo mandatario, es el tránsito, es decir, el período de tiempo de ahora a ese año. Es un período que agota su propia gestión en los prolegómenos, tiempo en los que habrá algún que otro éxito exploratorio, pero que difícilmente pueda servir para acrecentar drásticamente los recursos.

También insistió Sapag en un concepto, e incluso lo relacionó con una Neuquén casi mística, vaticinada por iluminados del pasado: la provincia es energética, esa es su característica productiva esencial, y no hay plan B ni cambio posible, al menos en la concepción del MPN que Sapag representa.

Así las cosas, el 2013 será de mandíbulas apretadas, situación que hará casi imposible el cotillón y las sonrisas fáciles. La negociación con los gremios, seguirá áspera aunque no imposible. Porque la opción siempre está: a veces, se puede contentar a las corporaciones, y así gobernar, aunque la masa ciudadana sufra algunas consecuencias no del todo favorables.

Como alguna vez dijera socarronamente Don Felipe Sapag, de lo sublime a lo ridículo hay un solo paso. No dijo, aunque seguramente lo sabía, que en Argentina también es posible pasar de lo ridículo a lo sublime, casi con la misma facilidad, casi imperceptiblemente.

Rubén Boggi

 

Te puede interesar
Últimas noticias