La urgencia neuquina

23 septiembre, 2012
La urgencia neuquina

Nada de lo que se haga en la piel de la política neuquina podrá superar en intensidad el actual rasgo saliente, que es la puja por la renta estatal que libran los propios componentes del Estado. A medida que las finanzas se deterioran, esa puja crece con el vigor de la primavera. El gobierno de Jorge Sapag la enfoca dentro del contexto petrolero, pero esa suerte de promesa permanente no la resolverá en el corto plazo, ni siquiera en el mediano.

Los gremios volvieron a advertir que marcharán a las rutas. Si esto se traduce o no en bloqueos resonantes y perjudiciales para la población, está por verse. Hubo, en la semana, un antecedente inquietante: un fiscal, Adrián García Lois, exculpó en su ausencia de acusación a dos dirigentes sindicales, Marcelo Guagliardo y Daniel Huth, en una causa por un bloqueo ocurrido en 2010. Su posición fue leída por los sindicatos como un importante aval judicial a la no criminalización de la protesta; y por el gobierno neuquino como una advertencia a los requerimientos de fondos que plantea la Justicia.

La posición del fiscal en esa causa por un disparo por debajo de la línea de flotación de los argumentos del propio Jorge Sapag, quien se había ocupado de sostener en sus últimos discursos y diálogos con la prensa que hay muchos derechos que están por encima del de peticionar y protestar. Entre ellos, el derecho a transitar libremente por las rutas argentinas.

Los gremios pueden sintetizar, en esta hora de finanzas esquivas, la oposición al gobernador Jorge Sapag en su todavía no expresado con claridad deseo de re-reelección. Así como a Cristina Fernández el cacerolazo le dolió en ese costado, a Sapag cualquier conmoción interna le sacude la modorra continuista, que sus dependientes le exigen con la desesperación del que tiene poder por un tiempo limitado, tan limitado que podría no disfrutar de los prometidos bienes del renacimiento petrolero.

Por ahora, Sapag se maneja con esa cualidad elusiva que lo distingue. Dijo que no a los gremios, pero abrió la negociación. Dijo que no a un aumento antes del 2013, pero habilitó la posibilidad de pasar a planta permanente un millar de contratados. Los sindicatos saben que es cuestión de machacar. Será muy difícil que el gobierno pueda sostener la canilla salarial cerrada, porque en realidad no tiene argumentos válidos, ya que la caída de sus recursos no es explicación para la caída del poder adquisitivo de los sueldos, acuciados por la inflación alimentada sin cesar por la vigente y errante política económica.

En este contexto, la evidente disputa presupuestaria que abre el Poder Judicial no es un dato menor. Cuando el fiscal García Lois expuso sus argumentos justificando un corte de rutas, hubo muchos jueces que aplaudieron en silencio. Son los que están convencidos de que la “clase política” usa la Justicia como un brazo más de sus tantas extremidades cómplices, cuando no puede resolver algún conflicto.  Posiblemente sean los mismos que anotaron en la libreta de las preocupaciones el rechazo en la Legislatura a la designación, decidida por el Consejo de la Magistratura, de Gloria Martina como titular de la Cámara de todos los Fueros de Zapala.

Fue un rechazo político, claro. La jueza había pasado los requerimientos de la Magistratura y de la comisión legislativa, y en la sesión la mayoría empujada por el MPN tiró toda esa estantería abajo. En política, esto ha sido una señal. No hay razones técnicas, pues estas habían sido ya superadas.

El contexto en el que se dan estos hechos es el de una renovada puja por el presupuesto del Poder Judicial. Los jueces necesitan más dinero para administrar un poder con cada vez más trabajo y responsabilidades. Se sienten los hermanitos pobres del dispendio presupuestario provincial. La concepción republicana es inestable en Argentina, y en Neuquén, pese a ser modelo en la cuestión de autarquía presupuestaria de sus poderes, no deja de ser centralista y arbitraria cuando los dineros escasean.

Así la cosas, el bien más preciado de la gestión de Jorge Sapag, conocido como “la paz social”, está en cuestionamiento por una realidad que tiende a una ebullición rápida. El gobierno se molesta, porque no entiende cómo no se entiende que debe poner toda su atención en la cuestión del petróleo y del gas. “Piensan que la plata cae del cielo”, mascullan, convencidos de que hay mucha gente que no es conciente de la gravedad que implica que se retarden los trabajos no convencionales para hacer surgir los combustibles de las íntimas entrañas de las rocas profundas.

Mientras, se intenta acallar las voces ambientalistas, que ponen el acento en el uso del agua, un recurso, se afirma con evidente razón, más importante que el gas y el petróleo juntos. Sapag lo fue a ver al Obispo por esta cuestión. Tuvieron, dicen, una conversación amable de la que el gobernador salió convencido de que no había argumentos de real peso en la posición que ha esbozado la Iglesia en este tema.

Lo cierto es que en un ambiente tenso, el gobierno provincial adolece de presentes que mostrar. Sigue apostando al futuro como arma. Pero lo que a la poesía viene bien, a la política suele producirle daños irreparables.

Después de todo, gobernar siempre es cuestión del aquí y del ahora. Es acción, no sólo palabras.

Rubén Boggi

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