OTRA CANCHA
.- Debo decir que no hablo de fútbol porque no es mi tema, no conozco los secretos del juego que deben ser muchos y complejos. Hoy, sin embargo, me largo a opinar, más que de futbol, sobre la relación del juego con el país de estos tiempos.
La cancha amplia, impecable y las tribunas llenas anunciaban la fiesta de la mayor competencia del fútbol del mundo.
Una mezcla de personajes, con camisetas, banderines y pelucas, identificaba la tendencia de los espectadores sobre el color del equipo que se animaba con cánticos, aplausos y ovaciones.
En la cancha, el equipo Argentino salió a jugarse el triunfo. Croacia, también. Cada uno mostraba sus galardones internacionales: los argentos a Messi, Higuaín y Aguero: los más destacados, claro.
La cancha, era el país abierto a una definición que haga felices a los que miraban desde la tribuna, es decir, a los que estaban AFUERA.
Millones de celestes y blancos, desde sus casas, esperando la respuesta de once que estaban transpirando la camiseta, empujando el tiempo para llegar a tiempo a ese arco que cada vez parecía más lejano. La cancha, era el país abierto a miles y miles, mirando y esperando desde AFUERA.
Todo transcurría a distancia sideral de las publicidades que llenaron los medios y las cabezas de todos: "¡Vamos Argentina!, ¡Vamos, vamos a ganar, que esta barra bullanguera no te deja de alentar!", y un sinfín de maravillosas imágenes grabadas en escenarios de distintos lugares del planeta, nos llevó de la mano al altar de la fe, donde la ilusión se convierte en un sueño, mientras seguíamos AFUERA.
La cancha, estaba resbalosa (¿como la Argentina?).
A pocos minutos de terminar el encuentro, caídas, golpes, atropellos declaraban el estado de desesperación del grupo, tarjetas amarillas volaban por el aire de un partido que llevaba tres goles en el fondo de la red.
Las tribunas se acallaron, en miles de casas se apagó esa luz que le han dado en llamar "esperanza" como si fuese en serio una esperanza.
Otra vez cientos de comentaristas deportivos dirán millones de cosas que repetirán hasta agotar sus gargantas. Los jugadores volverán a sus lugares con una derrota más (si, se llama derrota) y los bolsillos asegurados de por vida y la vida de sus herederos.
Los comerciantes grandes, correrán a las cajas de los bancos internacionales para asegurarse que nadie ha tocado su parte y los chicos, guardarán los restos de vinchas, banderines y guirnaldas creadas para el aliento, hasta la próxima contienda.
Vuelvo a pensar en la relación con el país y miro la cancha, once jugando el gran partido y millones AFUERA esperando. ¿Será que el mundial para los Argentinos, hoy se juega en otra cancha y ya ahí no podremos estar más AFUERA?
No sé nada de fútbol. Miro la cancha, solo eso.
