El gobierno neuquino, entre fantasías propias y realidades ajenas

25 febrero, 2018
El gobierno neuquino, entre fantasías propias y realidades ajenas
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Hace poco, en un acto oficial, el gobernador Omar Gutiérrez se acercó a un funcionario municipal capitalino y lo increpó porque entendía que desde el gobierno de Horacio Quiroga se “opera” en algunos medios para dañar políticamente su gestión. Cada vez que Quiroga se anticipa con alguna iniciativa política en algo que involucra al gobierno de Mauricio Macri con Neuquén, el gobierno provincial reacciona y compite. En la Casa Rosada están acostumbrados a dos cosas: una, a que Gutiérrez llame por teléfono para quejarse o bien pedir que no accedan a tal o cual movida promovida por el Intendente; la otra, a que todo lo que se le pide al Gobernador desde el círculo de poder más íntimo al Presidente, sea inmediatamente cumplimentado.

El sesgo que ha tomado el gobierno provincial neuquino es ciertamente llamativo. Se ha afirmado en la exaltación de un ego que parece necesitar ser reafirmado a cada momento. Mezclado con una buena dosis de paranoia política, finalmente se traduce en un singular “estado de sitio” que –al menos por ahora- se aplica hacia la propia tropa gubernamental, con actitudes autoritarias que han generado un fuerte rechazo en algunos sectores que ahora buscan sombra por otro lado en la interna del MPN.

Es de considerar esta situación, porque el gobierno de Gutiérrez se apresta a inaugurar el año político, que tradicionalmente comienza con el discurso del primer mandatario provincial cada 1 de marzo, en la inauguración de sesiones ordinarias de la Legislatura. Gutiérrez pretende ir a la cita reafirmando lo que él mismo ha calificado como “mi conducción y liderazgo”, en un reportaje publicado en la semana por el diario Río Negro. Llevará una guía de temas y disertará ante los diputados con una mayor improvisación. El alarde retórico va pegado al perfil más político y competitivo que buscan implantarle a Gutiérrez quienes respaldan afanosamente una candidatura en 2019 que prolongue la gestión otros cuatro años.

La provincia, mientras tanto, está lejos de asistir tranquila a la exhibición de intenciones electorales prematuras. El doble crimen en Las Ovejas, una tranquila localidad norteña, abrió una llaga institucional que se suponía el actual gobierno mantenía bien curada. Las cuestiones de violencia de género y otros tópicos de moda en la actualidad social argentina se habían procurado cubrir desde el primer momento, con el ministerio de la Ciudadanía. Esa construcción se viene abajo como un castillo de naipes, porque se comprueba que la realidad no siempre responde a las elucubraciones teóricas ni a las políticas de laboratorio que se plantean en talleres y seminarios de incierta representación en los estratos profundos de la sociedad.

Patricia Maiztegui, la subsecretaria de las Mujeres del gobierno de Gutiérrez, solo pudo tener palabras de condolencia y asunción de críticas respecto del tembladeral que provocó el doble femicidio en Las Ovejas. Entre otras cosas, insistió obsesivamente en que hay que llamar a las cosas por su nombre: usar femicidio en lugar de homicidio, asesinato, crimen, o cualquier otra palabra menos específica. No parece ser una cuestión de acertar con la palabra indicada, sino más bien de acertar con las acciones. El doble crimen de Las Ovejas, como ocurriera hace años con el triple crimen de Cipolletti, o la Masacre del Laboratorio en la misma ciudad, horribles crímenes plurales con víctimas femeninas, impacta en la sociedad fundamentalmente en un punto: la convicción de que la inseguridad se agrava cuando el que atenta contra las personas lo hace con una impune facilidad.

Este sábado, cuando ya se cumplían 48 horas del crimen cometido por Lorenzo Muñoz, un auxiliar de servicio que el gremio ATE se apresuró a condenar, lo único que se había podido constatar es que aun poniendo a toda la fuerza policial y judicial de la provincia, en el operativo de búsqueda más importante que haya conocido el norte neuquino en muchos años, un asesino podía escapar y esconderse. Sin logística, sin apoyo, una persona eludía a centenares de hombres y mujeres entrenados. La ineficacia nunca es buena, y el Estado es una máquina de equivocaciones permanentes: alguna vez, los gobernantes que encarnan su administración, asumirán que antes que discursos ampulosos corresponderá medir cada palabra, y hacer, hacer más que decir.

En el mismo contexto, tristemente se constata lo que se venía venir en otro aspecto crucial de la desgraciada coyuntura neuquina: habrá dos días de paro docente, seguidos por un tercer de adhesión a una medida nacional, en la primera semana de clases. ¿Lo evitará el gobierno de Gutiérrez, convocando a una negociación de último momento con la billetera más abierta? ¿O simplemente se aceptará que nunca, nunca, se cumplan los días fijados en la programación del ciclo lectivo?

Como contrapartida, el gobierno podrá mostrar un relativo éxito: es posible que los gremios ATE, UPCN y Viales acepten la propuesta salarial de corto alcance –el primer trimestre- que formalizaron los ministros Mariano Gaido y Norberto Bruno. Es la continuidad de la actualización por inflación, aunque supeditada a que se pongan en marcha las paritarias en los 13 convenios colectivos que tiene el Estado por fuera del escalafón general de la administración pública.

Rubén Boggi

 

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