Francisco en Temuco, un mensaje más político que religioso

La homilía del Papa Francisco en Temuco, en el corazón de la rebeldía mapuche, fue importante, y puede llegar a ser determinante al menos para una parte de la opinión pública respecto de lo que para unos es una lucha justa y para otros, una insurrección injustificada.

Francisco no pronunció un discurso religioso, sino político. Lo hizo con una claridad intensa, convincente. Sin perder de vista el norte conciliador y moderado, metió el dedo en una llaga que importuna no solo a Chile sino a toda América. Creo que fue, lejos, la intervención política más directa que haya protagonizado el Papa desde que asumió hasta el presente.

Fue muy clara la diferenciación que hizo el jefe del Vaticano entre uniformidad y unidad. Dejó lo suficientemente afirmado en su retórica su rechazo a la uniformidad como criterio, y levantó la idea de unidad “artesanal” –trabajada, esforzada, y lejos de los escritorios- que es simplemente el encontrar puntos de acuerdo en la diversidad.

En ese contexto, valorizó otra idea, que no ha inventado el Papa, pero que es oportuna como en ninguna otra situación: de la que no debe haber una cultura que se considere más valiosa o importante que otra, es decir, en definitiva, que se considere “superior”. Vale para la sociedad americana que siempre ha hablado de “indios mugrientos y haraganes”, tanto como para los fundamentalistas que ven inexorablemente, en la encarnación huinca, al ladino que lo quiere embromar.

En las palabras de Francisco no hubo casi ninguna invocación religiosa. Fue la homilía más laica que yo recuerde.

Podrá ser histórica, relevante. O no. Esto no se sabrá hasta transitar el futuro.

Rubén Boggi