Marzo sin clases, con tensión en el gobierno y en el gremio

25 marzo, 2017
Marzo sin clases, con tensión en el gobierno y en el gremio
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Marzo se termina sin que empiecen las clases en Neuquén, y el fracaso de la negociación, hasta ahora, confirma que el libreto estaba escrito desde el primer momento, y que todos fingen un poco, todos actúan con algo de impostación. En medio de un formidable vendaval de confrontación reducido a las consignas cerradas, los clichés fáciles y la retórica ardiente, el largo paro docente evidencia el fracaso de la política en conseguir uno de sus objetivos primordiales: eficacia para mejorar la vida de las personas.

La última propuesta del gobierno, que intentó explicar (la gente no entiende el galimatías salarial docente) el ministro Mariano Gaido, es mejor que la anterior, más en calidad que en cantidad. Pero el gremio no puede aceptarla, no al menos sin traicionar su propio concepto de lo que significa un incremento salarial. El sindicato está sometido a tensiones internas, y el gobierno del MPN también. Los de afuera, son de palo: la inestabilidad escolar se ha hecho costumbre y no parece conmover la agenda establecida. Cosas de este Neuquén gasífero y volátil, que espera a ver qué hace el MPN, además de llorar muertos ilustres y recordar pasados románticos y progresistas.

La tensión del sindicato ATEN es conocida, tiene que ver con la división entre moderados y ultras. En el gobierno, el motivo de la tensión es más difuso, casi misterioso más allá de la obviedad de la interna. Es algo más que la interna, pero es difícil determinar qué.

El conflicto docente está en ese contexto. Se vio en la Legislatura, en donde el bloque oficialista aparece disperso, partido, poco eficaz. La renuncia de Alma Chani Sapag a la presidencia de la comisión de Educación no fue un detalle. Si bien adujo cuestiones “personales”, también mencionó “diferencias” con la ministro de Educación, Cristina Storioni. Ella misma, de paso, destacó que la funcionaria sigue las instrucciones del gobernador, Omar Gutiérrez. ¿Lo dijo para enfatizar en la diferencia o en la tolerancia?

En esa comisión clave para el MPN en medio del conflicto educativo, están también Luis Sapag, Pablo Bongiovani y Mario Pilatti. Son tres de los cuadros más importantes del partido. Sapag y Pilatti tienen experiencia en educación concreta (el primero es catedrático en la Universidad Tecnológica, el segundo fue secretario de Educación del Ejecutivo y es docente en la Universidad del Comahue). Y Bongiovani es uno de los políticos de mayor cercanía con el gobernador Gutiérrez. Sin embargo, la renuncia de Chani Sapag no fue solucionada con rapidez, y la comisión quedó sin reunirse en días de importancia superlativa. El informe del dispositivo Aprender, por ejemplo, no ha ingresado formalmente a la Cámara, y los diputados andan con copias informales en un momento en el que el conflicto educativo es lo más importante a resolver por la política en Neuquén.

Esta virtual parálisis parece evidenciar que el MPN es incapaz de hacer dos cosas al mismo tiempo. Concentrado en conseguir la aprobación a la emisión de bonos hasta 7.500 millones de pesos, el bloque oficialista pareció quedarse sin energía. Encima, esa aprobación quedó bajo sospecha, con el voto “robado” a Cambiemos, que provocó un debate adicional en el que irrumpió el intendente capitalino y presidente de ese sector del oficialismo nacional, Horacio Quiroga. Hubo tiempo y ganas para responderle a Quiroga, pero no para ocuparse del tema escuelas en una Legislatura que aparece mezquina y acotada, a esta altura del año, apenas a 24 días de la inauguración de sesiones ordinarias.

Al mismo tiempo que se confiesa el fracaso político-escolar, hubo una prueba alentadora para lo resuelto en el sector energético. El anuncio de inversión de Techint-Tecpetrol es importante no solo en lo económico concreto, sino también en lo político, porque tanto Mauricio Macri como Omar Gutiérrez, y por cierto, Guillermo Pereyra, pudieron mostrar el primer resultado de aquella adenda resultado del gran acuerdo petrolero nacional, que modificó regímenes laborales en pos de una mayor eficacia en los costos de extracción para no convencionales.

Es el primer acuerdo de inversión importante para Vaca Muerta después de aquella polémica asociación entre YPF y Chevron, pero fundamentalmente es el punto de partida para la recuperación productiva gasífera. Es, también, una buena noticia laboral tras un año terrorífico para el sector hidrocarburífero. ¿Demuestra que hay que modernizar el sistema laboral en Argentina? Esta es la gran pregunta. Sobre todo cuando se ven los conflictos en el Estado, y se observa cómo los gremios ganan cada vez más poder de decisión política sobre su administración, que la Constitución otorga con exclusividad al sistema político, a través del régimen electoral.

El acuerdo con el ATE de Quintriqueo-Marillán sugiere esa línea: acrecentar la participación política de los gremios en la conducción del Estado. El MPN colocó a los gremios en este estatus privilegiado desde sus principios, con esa idea proveniente del peronismo, cuando la CGT era prácticamente cogobierno. Pero ahora, en el tercer milenio de la humanidad y a 70 años de aquella experiencia política inaugurada por Perón en medio de la segunda guerra, en inquietante sintonía con el fascismo de Mussolini, aparece cada vez más grotesca en su concepción corporativa, y reñida, ciertamente, con el sistema republicano que consagra la Constitución.

En este contexto, el conflicto escolar neuquino ¿es solamente salarial, o también el gremio requiere mayor protagonismo en la conducción del sistema educativo?

Rubén Boggi

 

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