Conflictos y elecciones, los dos años en el año

12 marzo, 2017
Conflictos y elecciones, los dos años en el año
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La puja distributiva en el Estado es la característica saliente de la coyuntura en Neuquén. Y esa puja, explica, condiciona y determina lo sustancial del proceso político que derivará inexorablemente en las elecciones este año.

El sindicato ATE copó la parada conflictiva en la semana que pasó. Decidió un paro por tiempo indeterminado, que derivó en una conciliación obligatoria dictada por el propio gobierno a través de la subsecretaría de Trabajo. ATE, obviamente, ratificó el paro, pero llamó a una asamblea en las primeras horas de la mañana. Esa asamblea, no obstante, observa de soslayo otra reunión, que será más tarde ese mismo día, entre los representantes del Ejecutivo Cristina Storioni, Norberto Bruno y Mariano Gaido, con los maestros de ATEN. Los docentes son la llave de la puerta que abrirá en positivo o negativo la continuidad del año.

El ATE de Quintriqueo, aunque esto puede ser difícil de entender para el público, es oposición del gobierno pero también socio en el control del conflicto. Quintriqueo, es decir, la conducción de la CTA, es la única garantía de confianza que puede tener el gobierno de Omar Gutiérrez en la coyuntura.

Es kirchnerista, pero no fanático. Es combativo, pero razonable en la negociación. Es, en definitiva, un camino hacia la salida del conflicto ante la presión creciente de los sindicalistas de izquierda, que muestran como una condecoración una diferencia ética en el fragor de las luchas: no aceptan negociar nada a espaldas de las asambleas. Si fuera por ellos, habría que televisar en directo los encuentros entre negociadores. La esencia de la política argentina pasa por los acuerdos no revelados. No aquellos que se dejan constar en las actas, sino los que no se escriben. De esos acuerdos viven tanto de un lado como del otro del mostrador.

Por eso la izquierda crece, en el contexto de la confusa corrupción argentina, vistiéndose con el blanco de los ideales. Es una consecuencia, no deseada por el establishment, del germen que quedó tras los gobiernos kirchneristas, la sospecha permanente, la paranoia instalada.

En el delicado equilibrio que se pretende sostener para garantizar la sobrevaluada paz social, se relativiza la importancia de la pérdida de días de clases. Desde CTERA, se le garantizan a Neuquén dos semanas más de conflicto, con dos días de paro por semana. Es un plazo que basta para llegar sin soluciones gubernamentales al 4 de abril, día en que se conmemorará, se prevé que con repercusión nacional, el asesinato de Carlos Fuentealba en su décimo aniversario. Es una fecha clave para la política, pues la disfrutará, con perdón del concepto, no solo el kirchnerismo que pretende desesperadamente volver este año al primer plano, sino toda la oposición al macrismo.

Hace 10 años, gobernaba Neuquén Jorge Sobisch, compitiendo ya como candidato a la presidencia nada menos que contra Cristina Fernández, y Mauricio Macri era socio del neuquino. Fue precisamente el crimen de Fuentealba lo que disolvió esa sociedad. Sobisch decidió seguir su campaña, pese al impacto negativo de esa infausta noticia. Y Macri hizo un paso al costado para decidir seguir el rumbo solo.

Hoy, Macri es el presidente del mismo país, que no cambiado tanto en diez años. Y esa sociedad que intentó y abandonó con el MPN está vigente con otros contenidos y distintos intereses. Ya no es con Sobisch, que se colocó en la vereda de enfrente y trabaja dentro de la interna con propósitos aun no revelados claramente, sino con el propio gobernador Omar Gutiérrez y el MPN oficialista de la coyuntura. Ese MPN tiene, al decir del vicegobernador Rolando Figueroa, una relación dual con el gobierno nacional: es un “oficialismo atenuado” tanto como una “oposición constructiva”. Casi un elogio de la ubicuidad, la definición es exacta, y remite no solo a esta coyuntura, sino a otras, anteriores, que se vivieron oscilantes entre esas variantes durante la década K.

En este contexto, las opciones electorales se van construyendo en medio de la insatisfacción social creciente. Ramón Rioseco camina la provincia con el insólito ejemplo de una Cutral Co que se pretende floreciente en medio del descalabro macrista. El peronista Darío Martínez, hace lo propio reconstruyendo el Frente para la Victoria mostrando lo que se entiende como las raíces del descontento popular, que nacerían de una elección nacional, la del 2015, equivocada. El peronismo no necesita explicar nada, solo acudir a una pretendida verdad histórica, en la que se ubica como la fuerza que garantiza cierta felicidad popular, vacunada contra el neoliberalismo, al que se identifica como el mal del tercer milenio, similar a la peste de la antigüedad, un mal satánico, o bien, un castigo divino aplicado a los infieles.

Mientras, el gran cinismo imperante en la política argentina no tiene duda alguna en que el conflicto se resolverá y que se llegará a un acuerdo. No importa el costo real de esa resolución sino el virtual, el que determinaría después humores sociales que distribuirían premios y castigos en los comicios del año.

Así las cosas, es dable pronosticar que habrá dos años en el año. El primer semestre le corresponderá a los conflictos y la catarsis social ante el ajuste impuesto por el sinceramiento de la economía. El segundo, a las elecciones protegidas por una súbita calidad optimista con el que se decorará la triste realidad argentina.

 

Rubén Boggi

 

 

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