Una cumbre entre lo auspicioso, lo empalagoso y lo decepcionante

9 febrero, 2017
Una cumbre entre lo auspicioso, lo empalagoso y lo decepcionante
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Según el cristal con que se la mire, la cumbre entre Mauricio Macri y los gobernadores de la Patagonia, podrá ser calificada de auspiciosa o decepcionante. Es innegable que, más allá de lo positivo que resulta reunir a los mandatarios (siempre) no hubo cuestiones concretas y específicas que anunciar, y todo quedó reducido a una serie interminable y un poco empalagosa de enumeración de buenas intenciones.

Macri, recibido con puteadas por gremios estatales y sectores opositores –una costumbre ya en la región que auspicia el mandatario- no hizo más que reiterar conceptos previsibles. Que la Patagonia es una marca en el mundo, que tiene un potencial enorme, y que deberá desarrollarse inevitablemente, son cuestiones que se han dicho hasta el cansancio por los gobiernos de la nueva democracia argentina, desde Raúl Alfonsín hasta el presente.

Neuquén no desentonó en el encuentro, y tendrá su intimidad este fin de semana, en San Martín de los Andes, con el primer mandatario. No desentonar, en esta ocasión, fue guardarse para alguna otra cualquier crítica o reproche, y acompañar con frases más o menos altisonantes la región a la que se pertenece, potenciada por el Estado central.

Omar Gutiérrez estuvo en esa sintonía, lógico. La pelea neuquina será en el capítulo coparticipación, cuando se pretenderá cambiar la historia de relegamiento en ese rubro que ha tenido la provincia por ser simplemente productora de hidrocarburos. El concepto ya atrasa, la realidad demostró que no era apropiado, y Neuquén necesita incrementar el tamaño de la tajada que le toca de esa torta compartida.

El neuquino estuvo en Viedma precedido en la sintonía fina de la compleja relación hacia el adentro (del MPN, claro) con declaraciones del vicegobernador, Rolando Figueroa, quien, con un lenguaje un tanto sinuoso, destacó la importancia de la cumbre patagónica, y de paso anotó que se había trabajado en ese sentido en el último encuentro del Parlamento de la misma región.

Se verá en poco tiempo si tanta alabanza futurista hacia la “marca” más relevante de la Argentina, que vendría a ser la Patagonia, equiparada con Diego Maradona, Lionel Messi, el Papa Francisco y otros productos made in Argentina de proyección global, se concreta en obras muy concretas. Hace falta vuelos, autopistas y trenes. Hace falta riego. Hace falta producción de energías limpias.

Hace falta, fundamentalmente, inteligencia y racionalidad en el uso de los recursos naturales, para que no pase más el bochorno contaminante del Limay y del Neuquén.

Cosas que no siempre pasan por el dinero, sino por el respeto político, la equiparación necesaria que integre definitivamente esta gran región, creada un poco artificialmente en los 90 del siglo pasado por el gran prometedor llamado Carlos Menem, y anticipada en los años de gloria del primer progreso argentino, aquellos de Julio Argentino Roca, entre los estertores de la Araucanía y el amague de gran nación pluralista aun no concretada.

Rubén Boggi

 

 

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