El viejo guerrero vuelve a salir de la trinchera

26 octubre, 2016
El viejo guerrero vuelve a salir de la trinchera
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LONG ISLAND, NUEVA YORK (de nuestro corresponsal).- Donald Trump acaba de recibir un nuevo y duro golpe en su ya castigada carrera hacia la Casa Blanca. Mientras las encuestas siguen dando como favorita a su rival, Hillary Clinton, el ex secretario de Estado de George W. Bush, el general Colin Powell, quien fuera una pieza clave del ajedrez militar en varias presidencias republicanas, anunció que el próximo 8 de noviembre votará por la candidata demócrata.

Powell, quien ya en 2008 y 2012 había apoyado al presidente Barack Obama, pese a ser éste demócrata, y que en esta campaña llamó a Trump “deshonra nacional y paria internacional”, dio a conocer su decisión en un almuerzo a puertas cerradas en Long Island, en el estado de Nueva York, pero los asistentes al evento dieron a conocer la noticia de inmediato y la mano derecha del militar, Peggy Cifrino, terminó confirmando la versión.

La decisión de Powell de apoyar a Clinton se suma a las manifestaciones de apoyo a la candidata demócrata expresadas por los ex presidentes George H.W. Bush y George W. Bush, padre e hijo respectivamente, y del hermano de este último, el ex gobernador de Florida Jeb Bush quien, tras perder la interna con Trump por la nominación republicana, afirmó que si bien no podía votar por Hillary tampoco lo iba a hacer por el actual candidato de su partido.

En esta línea, días atrás, 55 generales retirados y en actividad del Ejército de los Estados Unidos, entre ellos la única mujer general de tres estrellas Claudia Kennedy, dieron a conocer una carta publica con su rechazo y cuestionamiento al candidato republicano debido a sus declaraciones en las que alardeaba de ser un depredador sexual.

Powell decidió apoyar a Clinton no obstante las acusaciones que recibiera de parte del equipo de la candidata cuando se intentó responsabilizarlo por el uso de un servidor privado de Internet cuando fue secretario de Estado, entre 2001 y 2005.

La historia de Colin Powell bien podría encajar en el paradigma del “american dream” (el sueño americano), por el cual se supone que alguien de origen humilde va escalando posiciones en la sociedad a fuerza de méritos y logros personales hasta llegar a la cima, “...king of the hill, top of the heap”, como cantaba Sinatra en “New York, New York”.

Nacido hace casi 80 años en Harlem, el emblemático barrio y “ghetto” negro de Manhattan, Powell se crió en el no menos áspero South Bronx donde concurrió a una escuela pública y aprendió a hablar “idish”, el idioma de los judíos de la Europa Central.

Hijo de una jamaiquina y de un escocés, Powell llegó a la milicia, no a través de la aristocrática academia militar de West Point, sino proveniente del popular ROTC, las siglas en inglés que identifican el curso de oficiales de reserva que se dicta hasta el día de hoy en las escuelas secundarias, “colleges” y universidades de este país.

Veterano de Vietnam, donde fue herido en combate y condecorado con el Corazón Púrpura, Powell fue becado en los 70 como personal administrativo en la Casa Blanca durante la gestión del republicano Richard Nixon, algo considerado inusual para un afroamericano.

Tras lograr una maestría en Administración de Empresas en la prestigiosísima Universidad George Washington de la capital estadounidense, continuó con su carrera militar llegando a general de cuatro estrellas y obteniendo decenas de medallas y condecoraciones.

Entre 1987 y 1989 se desempeñó como Consejero de Seguridad Nacional del presidente Ronald Reagan, y de 1989 a 1993 fue Jefe del Estado Mayor Conjunto, la máxima jerarquía que puede alcanzar un militar estadounidense. Durante ese período lideró 28 crisis, entre ellas, la Guerra del Golfo en 1991, durante la presidencia de George Bush (padre).

Una vez retirado del Ejército, en el 2000, George Bush (hijo) lo nombró Secretario de Estado, cargo que ejerció hasta 2005 y durante el cual le tocó capear en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la guerra de Irak y el escándalo de las supuestas armas químicas de ese país que finalmente -se comprobó- nunca existieron.

Este traspié truncó su carrera diplomática pero no su actividad como conferencista y referente de la llamada “élite” republicana, un círculo aúlico -hoy en el retiro- que el militar integra junto a los dos presidentes Bush y fundamentalmente junto al influyente ex vicepresidente (2001-2009) Richard “Dick” Cheney.

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